Tatuajes de criminales y prostitutas' da voz y pone imagen a todos los lugares y rincones de los cuerpos de muchos seres anónimos que salen a la luz cien años después, gracias a los escritos y archivos de los médicos Eugenio Lacassagne, y Albert Le Blond y Arthur Lucas, hasta ahora inéditos en España. Estos especialistas tenían "una mirada moderna, pero que hoy resulta algo ajena, aparentemente lejos de aquellos prejuicios", señala la nota de prólogo de los editores.
El libro recoge tatuajes de hombres y mujeres que fueron categorizados por la ciencia decimonónica como 'individuos peligrosos', personas que por tatuarse eran mandadas a cárceles, asilos, reformatorios o colonias penitenciarias, entre otras cosas.
La primera parte del libro, la firma Lacassagne, quien formuló la doctrina sobre la decisiva influencia del medio social en la formación del criminal. En su afán por reunir todo lo que pudiera ayudarle a comprender la mente criminal, solía visitar la cárcel de Saint Paul. Allí descubrió que los tatuajes eran un aspecto sustantivo y fundamental para identificar al individuo que delinquía. El tatuaje se convertía en una especie de DNI que arrojaba luz sobre los sentimientos y emociones que circulaban por el fuero interno de las personas encarceladas.
Los textos de los profesores Le Blond y Lucas, que forman la segunda parte del libro, siguen las pautas de Lacassagne, pero se centran en las prostitutas que encerraban en el hospital cárcel de Saint-Lazare. Muestran un extenso ensayo sobre las diferentes clasificaciones, siendo la más frecuente aquella que hace referencia al nombre o iniciales del amante. El lunar en la cara también demuestra la existencia de otros tatuajes más grandes en el cuerpo.
En resumen, 'Tatuajes de criminales y prostitutas' aúna un todo sobre el pasado de esta práctica milenaria. Un libro con más de dos mil tatuajes en 550 individuos, con cuerpos enteramente tatuados, o con inscripciones en la cara o la frente con frases como 'mártir de la libertad' o 'el presidio me espera'.
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