miércoles, 18 de abril de 2012

SIN PRISAS
Un señor llama a un médico:
- ¡Doctor!, si un día de estos usted va a pasar cerca de mi casa, visíteme, por favor, pero no quiero que usted dé un viaje sólo para eso.
- Está bien, pero como quiera, ¿De qué se trata?
- Bueno, a la mujer mía se le torció la mandíbula y tiene varios días que no puede hablar.

DENTISTA
Era una vez un señor que fue a una pelea de boxeadores y su asiento estaba al frente. Junto a él estaba un señor que a los dos jugadores les echaba porras. Llegó un momento en que el otro señor se fastidió y le pregunta:
- ¿Por qué le echa porras a los dos?
Y este le responde:
- ¡Porque soy el único dentista en este pueblo!

MENTIROSO
Un hombre se encuentra en la más absoluta miseria. Cuando en plena selva amazónica ve un cartel que dice: "Necesitamos empleado para la tala de árboles".
Si bien el tipo no tenía ni la más remota idea de cómo hacer ese trabajo, pidió hablar con el jefe de personal. El jefe de personal le preguntó:
- ¿Tiene usted experiencia en este tipo de trabajo?
- Por supuesto señor, toda mi vida he talado árboles.
- Bien, dígame, ¿dónde ha trabajado?
- Pues, en el Sahara.
- ¿En el Sahara? ¡Pero si eso es un desierto!
- Si, ahora sí, ¡No sabe lo que nos costó talarlo!

CIGARRO
Un señor se entera que el tío de su amigo acaba de morir, por lo que va a su funeral, ahí encuentra a su amigo muy triste. El amigo se le acerca y le pregunta:
- Pero, ¿qué pasó? ¿de qué murió tu tío?
- ¡Por el cigarro!
- ¿De cáncer?
Y el otro responde:
- No, estaba en el avión, vio una película, y al terminar salió a fumar un cigarro...

PERICO
Estaba una vez un par de amigos platicando, uno de ellos le comentaba al otro:
- Sabes, me he sentido muy deprimido, he pensado incluso en el suicidio.
- Pero, cómo, si estás en la plenitud de tu vida.
- No lo sé, es que no tengo con quien platicar y me siento bastante solo.
- Lo que necesitas es eso precisamente, compañía.
El amigo que daba el consejo era dueño de una tienda de mascotas y le dice:
- ¿Por qué no te llevas uno de mis loros, son muy parlanchines y en unos días no te sentirás sin compañía?
- Me parece bien.
- Nada más que lo vas a tener que tomarlo tú mismo porque yo tengo que irme.
- Pero yo no sé nada de aves.
No creo que te confundas, no tengo tantos pájaros, adiós.
- Bueno, adiós.
El deprimido entró entonces y tomó la primera ave que vio sin saber que lo que llevaba no era un perico sino un búho. Días después se volvieron a encontrar ambos amigos:
- ¡Hola! ¿Cómo estás? ¿Cómo te ha ido con el perico?
- Pues bastante bien.
- ¿Ya te ha empezado a hablar?
- Pues hablar, hablar, lo que se dice hablar, no, pero vieras que atención me pone el condenado.

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