martes, 24 de abril de 2012


PEPE
Estos son dos amigos, Pepe y Juan. Un día se encuentran por la calle y Pepe saluda a Juan y le dice:
- Juan, te voy a enseñar una foto, mira, ¿sabes quién es este?
Y Juan dice:
- Pues no sé, ¿quién es?
Y Pepe le responde:
- Pues es Mosquera, el del América, es que, a ver si salimos más Juan, hay que salir a ver el futbol.
Al día siguiente Pepe vuelve a encontrarse con Juan, y le dice:
- Mira, te voy a enseñar otra foto, ¿sabes quién es?
Y Juan le dice que no, y Pepe responde:
- Pues es Madonna, una cantante muy famosa, es que Juan, a ver si salimos más, que no entiendes de nada, tienes que salir a los conciertos.
Al día siguiente es Juan quién se encuentra con Pepe y le dice:
- Mira Pepe, que te voy a enseñar una foto.
Y le dice Pepe:
- ¿Tú a mí?
- Sí, yo a ti -se la enseña y le dice-: ¿sabes quién es?
Y le dice Pepe:
- Pues no, no lo sé.
Y le responde Juan:
- Claro Pepe, si no salieras tanto...

MUÉVETE
Este era un hombre que cada vez que se emborrachaba se convertía en un "busca pleito". Esa noche entra a la barra y dice:
- ¡Todos los que están al lado izquierdo de la barra, son unos estúpidos, y los que están al lado derecho son unos imbéciles!
Sale un hombre del lado izquierdo y le dice enfurecido:
- ¡Un momentito, que yo no soy ningún estúpido!
El borracho le contesta:
- ¡Pues muévete a la derecha, imbécil!

POBRE
Va Jaimito y le dice a su profesora:
- Miss, aquí está mi trabajo.
Y la profesora le responde:
- Pero este trabajo está muy pobre.
A lo que Jaimito responde:
- Ah, entonces tome un dólar.
GALLINA
Un señor en el restaurante.
- ¡Mesero, mesero!, yo le pedí un pollo y usted lo que me trajo fue una gallina.
- ¿Por qué dice que es una gallina? -pregunta el mesero.
- Por los dientes.
A lo cual el mesero replica:
- ¡Pero las gallinas no tienen dientes!
A lo que el cliente responde:
- Las gallinas no tienen dientes, pero yo sí.

¡AY MAMÁ!
En una ciudad pequeña, un agente de tráfico detuvo a un joven conductor que iba a gran velocidad por la calle principal. El joven empezó a protestar:
- Señor agente, déjeme que le explique.
- ¡Silencio! Lo retendré hasta que regrese mi jefe.
El muchacho insistía:
- Pero señor oficial, escúcheme, tengo prisa.
El agente replicó:
- ¡Cállese! ¡Ahora mismo, a la cárcel!
Varias horas después, el guardia fue a ver al detenido y le dijo:
- Ha tenido usted suerte, el jefe asiste a la boda de su hija, cuando regrese estará de buen humor y seguro que le perdona.
- No esté tan seguro -replicó el joven-, ¡Yo soy el novio!

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