"Vivimos en una cultura que por lo general elimina la muerte de dominio público. Al visitar sitios que comparten escenas fuertemente asociadas con la pérdida de la vida nuestra sociedad vuelve a conectar con la muerte", Philip Stone, director del Insituto de Estudios de Turismo Necrológico
Pompeya, Auschwitz o la Zona Cero de Nueva York, no sólo comparten eventos trágicos sino la continua visita de turistas. Un instituto pionero busca investigar el atractivo que despiertan la muerte, la brutalidad y el terror del que ya definen como turismo necrológico.
El Instituto de Estudios sobre Turismo Necrológico acaba de abrir sus puertas en la Universidad Central Lancashire (Inglaterra) como el primer centro que se dedica al tema.
Los académicos quieren analizar por qué muchas personas "se sienten atraídas a visitar sitios como el campo de concentración de Auschwitz o la Zona Cero en Nueva York". El instituto examinará la relación que existe entre sitios con pasados terribles y los turistas que utilizan su tiempo libre para visitarlos.
La investigación incluye lugares como el sitio de los ataques del 11 de septiembre en Nueva York, los campos de concentración nazis y los lugares de desastres como el accidente nuclear de Chernobyl en Ucrania.
Philip Stone, director del centro, señala que tales sitios le recuerdan a la gente su "propia mortalidad".
"Ir a esos lugares es una forma de peregrinación secular. La gente siente que tienen que visitarlos", comenta Stone a la BBC.
El alivio de visitar desastres
Los primeros resultados de la investigación sugieren que los visitantes desean encontrar algún tipo de significado en los lugares de sufrimiento.
Los visitantes tratan de identificarse con las víctimas e imaginar las motivaciones de los autores, explica Stone.
"Acto seguido los turistas experimentan una sensación de alivio al sentir que pueden dar un paso atrás y regresar a la seguridad de sus propias vidas".
"La gente se siente ansiosa antes y durante la visita del lugar y luego mejor. De alguna forma se alegran de que no les haya sucedido a ellos", detalla el director.
Su investigación se centra en las personas que visitan estos sitios al final de unas largas vacaciones, no en los que viajan específicamente a verlos.
Stone describe a una pareja que visitó la Zona Cero de Nueva York sólo al final de sus vacaciones y no al comienzo porque "les hubiese estropeado el viaje".
"Cualquier desastre o caso violento tiene una relación difícil con el turismo. Sobre todo en la forma en la que se presentan y se difunden. No se sabe cómo van a reaccionar los visitantes y cómo se van a comportar en el lugar", agrega el experto.
Pero, subraya, muchos visitantes se quedan sólo con el paquete turístico, con la imagen que se vende del lugar, más que en el reconocimiento de los terribles acontecimientos que ocurrieron allí.
La muerte desde la distancia
El investigador cree que otra aspecto importante del atractivo de estos lugares sombríos es que le "permiten a la gente pensar y considerar la muerte desde una distancia cómoda".
"Vivimos en una cultura que por lo general elimina la muerte de dominio público. Al visitar sitios que comparten escenas fuertemente asociadas con la pérdida de la vida nuestra sociedad vuelve a conectar con la muerte", detalla el experto.
Stone, quien trabajaba en la industria del turismo antes de convertirse en un académico, comenta que hay una larga historia de turismo necrológico.
"Siempre ha estado ahí. Se podría decir que una ejecución en la Edad Media era una forma de turismo necrológico", detalla.
Las próximas investigaciones del instituto se van a centrar en las personas que visitan las tragedias causadas por volcanes y terremotos en Italia (como Pompeya) y la industria del turismo alrededor del caso de la ejecución de las Brujas de Pendel en Lancashire.
"Hace cuatrocientos años eran personas inocentes que fueron asesinadas. Ahora es un destino turístico", apunta Stone.
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