domingo, 4 de diciembre de 2011

Casarse con su violador fue su única salida

El caso de Gulnaz ha devuelto la atención internacional a la situación de las mujeres en Afganistán, diez años después de la caída de los talibanes.
Gulnaz fue violada a los 17 años por el esposo de su prima. Luego fue encarcelada por adulterio -porque el violador era un hombre casado-, parió en la cárcel y finalmente quedó en libertad después de aceptar casarse con su violador.
A ese pacto se ha aferrado Gulnaz para salir de la cárcel, cuatro años más tarde, con la hija de dos años que tuvo como consecuencia de la violación.
El presidente afgano, Hamid Karzai, ha anunciado esta semana el indulto de la condenada después de que ella aceptase casarse con su agresor. Las leyes afganas consideran la violación como un adulterio cuando quien la comete es un hombre casado.
El agresor está todavía casado con la prima de la agredida y, según las leyes de su país, puede tener una segunda esposa.
La noticia del indulto fue recibida en un principio con beneplácito por organizaciones que denuncian los maltratos que sufren las mujeres afganas hasta que se conocieron cuáles eran las condiciones de su libertad.
"Quiere salir por su hija aunque si tuviera la libertad de elección no se casaría con el hombre que la violó", señaló a la BBC su abogada, Kimberly Motley.
A pesar de que ha transcurrido una década del derrocamiento del régimen Talibán, el estigma que sufren las mujeres violadas sigue siendo un muro inexpugnable.
Las mujeres víctimas de violaciones y abusos pueden ser culpadas de "crímenes morales" y encarceladas como Gulnaz. Su condena inicial era de dos años pero cuando apeló se aumentó a doce. "¿Por qué si no he hecho nada?", le comentó a la corresponsal de la BBC, Farhana Haider.
Según Naciones Unidas, en Afganistán ocho de cada diez mujeres sufren violencia de género y un 60% es obligada a casarse antes de cumplir 18 años. El sufrimiento no termina con la agresión, las que no pasan por los cauces de la legislación afgana a menudo son lapidadas hasta la muerte por la vergüenza que producen las violaciones.

Largo camino a la igualdad
Gulnaz le relató a su abogada que su violador entró en su casa después de que su madre se marchara, cerró la puerta, las ventanas y le tapó la boca con las manos. El agresor, que actualmente también cumple condena por adulterio, niega los hechos.
Su historia salió a luz por un documental patrocinado por la Unión Europea sobre las mujeres afganas encarceladas por los llamados delitos contra la moral. El documental, que reunía varios testimonios, fue retirado de circulación por la propia UE argumentando "una preocupación real por la seguridad de las mujeres entrevistadas".
Su caso provocó un movimiento de apoyo para su liberación que reunió más de 6.000 firmas y que llevó al presidente afgano a enviar a su ministro de Justicia a la cárcel para hablar con Gulnaz.
Después de esa conversación, el gobierno afgano anunció el indulto de la encarcelada quien aceptaba casarse con su agresor para obtener la libertad porque, de acuerdo con la versión del gobierno, "es la mejor manera de garantizar su seguridad por el estigma que sufren las mujeres violadas en el país".
En la cultura afgana, casarse con el padre de un niño nacido fuera del matrimonio es visto como una manera de legitimizar al menor, incluso en casos de violación.
Sin embargo, esta solución ha dejado perplejas a las organizaciones de derechos humanos que buscaban sentar un precedente con la liberación de Gulnaz. Hace dos años se aprobó en Afganistán la Ley de Eliminación de Violencia contra las mujeres afganas pero, según Naciones Unidas, "queda un largo camino que recorrer para implementarla".
Gulnaz, por su parte, ha aceptado casarse con su agresor sólo si su hermano se casa con la hermana del atacante.
Esta práctica, conocida como baad, es una forma tribal de solucionar conflictos. En este caso también sería una póliza de seguro para la mujer en caso de que su violador quiera hacerle daño. La hermana de este estaría a merced del hermano de Gulnaz.

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