Bienvenidos a Buford, en Wyoming, Estados Unidos. El pueblo donde sólo vive una persona. Allí podemos encontrar a Don Sammons, el único residente y a la sazón alcalde, propietario de la oficina de correos, de la tienda de comestibles, del bar y de la gasolinera.
Situado en un punto solitario de la Interestatal 80 a 2.400 metros sobre el nivel del mar, Buford es la localidad más alta a lo largo de esta carretera, que se extiende desde San Francisco a Nueva Jersey. Y desde hace años ostenta el título de “el pueblo más pequeño de América”; por lo menos desde hace 3 años, cuando el hijo de Don decidió mudarse a la gran ciudad.
Ahora Don Sammons se jubila y ante la falta de electorado que decida un nuevo alcalde contingente, ha decidido poner el pueblo a la venta. “El alcalde” se retira después de varias décadas de mayoría absoluta y vende la casa, los negocios y hasta la antigua escuela, todo junto con la enorme historia de un lugar único. Y muy frío para estar solo, pues en invierno apenas suben de los 20 grados bajo cero.
Existen otros pueblos donde sólo vive una persona en EUA, como ocurre con Monowi, Nebraska, pero Buford es el único que tiene oficina de correos, por lo que también es el único que aparece en el mapa con su propio código postal (el 82052).
Situado a medio camino entre las ciudades de Cheyenne y Laramie, a unas 30 millas de ambas, se estableció en 1866 durante la construcción del ferrocarril transcontinental, por lo que Buford puede considerarse la segunda ciudad más antigua de todo el estado de Wyoming.
Fue bautizada en honor a un héroe de la Guerra Civil norteamericana, el General John Buford, y en aquellos tiempos acomodaba a cerca de 2 mil residentes, la mayoría trabajadores del ferrocarril.
Con el tren del progreso avanzando hacía el oeste, la mayor parte de los residentes también se fueron, quedando en la década de 1980 sólo una familia de cuatro miembros que vivía en Buford, momento en que Don Sammons decidió mudarse allí desde California con su esposa e hijo, haciendo de Buford una ciudad de tres. Compró el pequeño pueblo con seis edificios para escapar de su estilo de vida y buscar la más apacible tranquilidad.
Más tarde, hace unos 15 años, la mujer falleció, quedándose la población en dos unidades. “Mi hijo dijo que aquello era una dictadura, pero sabía que mientras que él viviera aquí sólo tendría derecho a votar cuando cumpliera los 18 años”, explica Sammons en la web desde la que pretende materializar la venta.
Ese derecho electoral no fue suficiente para mantener a su hijo a su lado cuando cumplió la mayoría de edad. Y muy posiblemente, si nadie lo remedia, Buford cambiará el contador de su población a cero dentro de muy poco, desapareciendo inevitablemente, agarrado a su código postal, del mapa para siempre.
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