Managua, Nicaragua.- Medio enterrado en la selva, en la costa del sur de Nicaragua, yacen los restos de lo que una vez fue una prometedora colonia británica.
Greytown, que funcionó como un bullicioso puesto comercial en los siglos XVIII y XIX, es hoy apenas un cementerio fantasma.
Los últimos residentes de este protectorado británico (1740-1860) se trasladaron en 1984 unos kilómetros río arriba, después de que lo que quedaba de Graytown fuera reducido a la nada tras enfrentamientos entre tropas sandinistas y la contrarrevolución armada, los "contras".
Ahora, Old Greytown sólo alberga pájaros exóticos, tapires y gatos salvajes.
De vez en cuando se puede ver también a algún curioso merodeando entre las tumbas.Uno de ellos es Peter Stevenson, un ciudadano británico que trabaja para el Banco Interamericano de Desarrollo en Managua, la capital, que fue a Greytown buscando alguna conexión perdida con un antepasado.
Y la encontró en una de las cuatro secciones que aún se pueden distinguir en el cementerio: para británicos, para católicos, para masones y para los miembros de la tripulación de la fragata estadounidense Sabine, que murieron aquí a mediados del siglo XIX.
Entre las lápidas, Stevenson encontró la tumba de la hermana de su bisabuela.
"Este fue en su momento un importante puesto comercial para el imperio británico, y cuando ves en lo que se ha convertido te entra la nostalgia", dijo Stevenson.
Una edad dorada breve
Aunque Greytown era técnicamente un protectorado británico, en la práctica hacia 1850 se había convertido en el juguete económico de un industrialista estadounidense, Cornelius Vanderbilt, que quiso convertirlo en el punto de partida de lo que podría ser el primer canal transoceánico del hemisferio.
En 1849 una de sus compañías ya transportaba hasta Nicaragua a miles de aventureros estadounidenses, movidos por la fiebre del oro, cuyo destino final era California.
En lugar de cruzar por tierra el territorio estadounidense de costa a costa, preferían viajar hasta Nicaragua, ir en ferry por el Río San Juan, caminar hasta la costa del Pacífico y viajar en barco hasta California.
En apenas tres años, la compañía de Vanderbilt transportó a más de 52.000 estadounidenses por el Río San Juan.
Greytown aglutinó entonces a una curiosa combinación de capitalistas estadounidenses, aristócratas británicos, indígenas y bandidos.
Pero esa edad dorada duró poco y para mediados del siglo XIX se confirmó su destino como el de una ciudad prometedora que quebró antes de cumplir expectativas.
En 1860, con el Tratado de Managua, Reino Unido cedió Greytown al gobierno nicaragüense.
Finalmente, cuando Nicaragua perdió ante Panamá su apuesta por la creación del canal, terminó también cualquier interés internacional por Greytown que aún pudiera quedar.
otro fantasma: el del canal que no fue
Ahora que el actual gobierno sandinista del presidente Daniel Ortega está desempolvando los antiguos planes para la construcción de un canal nicaragüense, hay un renovado interés por proteger San Juan de Nicaragua.
El pasado mes de mayo el gobierno nicaragüense inauguró un aeropuerto que fue construido en la selva cerca de donde yacen los restos de la colonia fantasma.Según el enviado especial de la BBC a Greytown, Tim Rogers, muchos creen que el aeropuerto tiene que ver con la seguridad nacional, la guerra contra el narcotráfico y también el nuevo interés por la posibilidad de abrir un canal.
También la embajada británica en Nicaragua se interesó recientemente en la zona, apoyando programas sobre educación medioambiental en la localidad cercana de Bluefields.
Hace poco el gobierno de Ortega firmó un contrato con las compañías holandesas Royal Haskoning-DHV y Ecorys para llevar a cabo estudios de viabilidad sobre varias propuestas de ruta para un canal.
Una de ellas atraviesa Greytown, justo como Vanderbilt lo había soñado hace 150 años.
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