Un curioso incidente tras el fallecimiento de una jirafa bebé replanteó un viejo interrogante: cómo reaccionan los animales a la muerte de sus seres queridos.
Un grupo de zoólogos observó en Zambia a una madre jirafa que se negaba a abandonar el cuerpo de su hijo muerto.
Se sabe que otros animales, como los elefantes y los chimpancés, se acercan e inspeccionan los restos de otros animales fallecidos, especialmente cuando se trata de miembros de su familia. Este comportamiento ha llevado a algunos científicos a sugerir que estas especies tienen un "modelo mental" sobre la muerte. Pero un comportamiento similar es extremadamente raro en una jirafa.
El zoólogo Fred Bercovitch se encontraba siguiendo las huellas de un grupo de jirafas de la subespecie Thornicroft, Giraffa camelopardalis thornicroftien, en el Parque Nacional Luangwa Sur, en Zambia, cuando percibió a una madre que separaba sus piernas para agacharse hacia su recién nacido.
El bebé estaba muerto, pero la madre pasó varios minutos lamiéndolo, antes de incorporarse nuevamente. Repitió este comportamiento varias veces, pasando en total cerca de dos horas inspeccionando el cuerpo de su hijo.
Este comportamiento es extraordinario por varias razones.
Las jirafas hembra no suelen pasar tiempo solas, pero esta madre permaneció dos horas junto a su hijo separada del resto del grupo.
En segundo lugar, las jirafas raramente separan sus patas de esa forma para agacharse a menos que sea para comer o beber.
Y aparte de otros dos incidentes registrados con anterioridad, no se ha visto a jirafas inspeccionando con atención el cuerpo de otras jirafas muertas.
Diferentes grados de pérdida
"La reacción maternal de la jirafa ante su cría muerta no fue tan prolongada como en el caso de los elefantes africanos", señaló Bercovitch en el estudio.
Las jirafas son los animales más altos del mundo. Nacen con una altura de 1.8 metros y los machos adultos alcanzan una altura promedio de 5.3m.
Los huesos similares a cuernos en su cabeza son usados por los machos para combatir a sus rivales.
Su nombre en latín Giraffa camelopardalis, significa "camello con las marcas de un leopardo". El término común, "jirafa", proviene de un término árabe que significa "alto".
Los elefantes y chimpancés viven en sociedades con alto grado de organización y parecen mostrar señales de luto. Los elefantes, por ejemplo, se muestran agitados cuando muere un miembro de su grupo, inspeccionando sus restos y a veces montando guardia junto a ellos.
Los chimpancés, por otra parte, han sido vistos cargando a sus muertos. Y si se trata de crías que llegaron a vivir cierto tiempo, la madre puede llevarlas a cuestas durante un período más prolongado.
Pero es importante notar que parece haber diferencias de grado en la forma en que las jirafas reaccionan ante sus muertos, aclara Bercovitch.
En el primero de los tres incidentes registrados, una madre pasó cuatro días junto al cuerpo de su hijo muerto.
Eso sucedió en 2010 en el parque Soysambu Conservancy en Kenia. La bióloga Zoe Muller observó en esa ocasión a una jirafa de la subespecie Rothschild (Giraffa camelopardalis rothschildi) montando guardia junto a su cría de un mes que acababa de morir. Otras 17 jirafas hembras también rodearon el cuerpo en diferentes momentos a lo largo de los cuatro días.
En el caso del incidente de Zambia la jirafa pasó dos horas junto a su bebé, que aparentemente había nacido muerto.
El tercer caso ocurrió en 2011, cuando un grupo de jirafas en Namibia se detuvo para inspeccionar los restos de una hembra joven que había fallecido tres semanas antes. Un macho también llegó hasta el lugar, separó sus patas y olfateó el sitio, y otros cuatro individuos mostraron un comportamiento similar.
Gama de especies
Mientras la reacción de elefantes y primates ha llevado a algunos científicos a sugerir que ciertos mamíferos pueden conceptualizar la muerte, Bercovitch se muestra cauteloso.
En el caso de las jirafas, los incidentes muestran que el vínculo entre las madres y sus crías es más pronunciado de lo que se creía, señaló el zoólogo.
Pero tal vez lo más importante es que estos casos amplían el número de especies observadas reaccionando a la muerte de un integrante de su grupo.
Sólo recabando datos de una gama de especies será posible investigar en profundidad si los animales efectivamente lloran a sus seres queridos y cuál es el origen evolutivo de este comportamiento.
El estudio fue publicado en la revista African Journal of Ecology. El profesor Bercovitch trabaja con el Instituto de Investigación sobre Primates de la Universidad de Kyoto, en Japón, y la Fundación de Conservación de Jirafas, con sede en Purley, Inglaterra.
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