Millones de balas de plomo se disparan cada año en el mundo en combates y en campos de práctica. ¿Es posible reemplazar estas municiones contaminantes por otras menos nocivas para el medio ambiente?
Poder se puede. Pero hay quienes creen que diseñar una bala que tenga la capacidad de matar al enemigo sin dañar al medio ambiente es algo así como un chiste macabro. En medio de la intensidad del combate, ¿a qué soldado se le ocurriría preocuparse por las credenciales verdes de su oponente?
Sin embargo, los ejércitos de Escandinavia, preocupados por la contaminación de sus propias balas, optaron por reemplazar todo su arsenal por uno que no fuera tóxico. Desde hace un tiempo los fabricantes de estas municiones alternativas están tratando de convencer al ejército británico de seguir el ejemplo. ¿Tiene sentido?
"Si vas a recibir un disparo mortal da igual que se trate de una bala con o sin plomo. Lo que sucede es que la mayoría de las municiones se usan en los entrenamientos", explica Urban Oholm, vicepresidente de la fábrica sueca de armas Nammo.
Su firma es una de las pioneras en el desarrollo de armamento verde.
"Una vez que aceptas que dado el estado actual del mundo hacen falta armas y municiones, tienes que diseñarlas de forma tal que sean lo menos dañinas posible para el medio ambiente", expresa Oholm.
Menos dañinas, más letales
El plomo es tóxico y una serie de estudios señala que puede filtrarse de los campos de práctica a las aguas subterráneas. La Agencia de Protección Ambiental Estadounidense cuenta con directrices para que los campos de tiro eviten la contaminación por plomo.
Los explosivos verdes están recubiertos de acero.
Otro tema preocupante es el impacto de los gases que se desprenden al disparar un arma con balas de plomo en los soldados y las mujeres, sobre todo si están embarazadas. El 5% de los soldados en Suecia son mujeres.
En 1995 el gobierno sueco hizo un pedido de municiones alternativas. Cuatro años más tarde, obtuvo las balas sin plomo. Desde entonces, Nammo ha fabricado cerca de 360 millones de balas en su fábrica ubicada en las orillas del Lago Vattern, en el sur del país.
Para un ojo poco entrenado no hay diferencia entre una bala verde y otra cualquiera.
Pero Nammo asegura que cada bala verde está diseñada para minimizar el impacto en la salud del usuario y en el medio ambiente. La empresa afirma también que sus diseños son ahora "más letales".
Nuevas y nuevos, mala combinación
Todas las balas de la firma -que fabrica unas 80 millones por año- no contienen ni plomo ni ningún otro metal pesado. Los explosivos están recubiertos de acero.
El plomo siempre fue la opción más obvia para la fabricación de municiones. Es barato, pesado y fácil de moldear.
Nammo dice que en las últimas décadas evitó que se desparramen en el medio ambiente 1200 toneladas de plomo.
No obstante, la introducción de estas municiones alternativas no estuvo exenta de problemas.
En 2009, un grupo de soldados del ejército noruego reportó fiebre, dolores de cabeza y en las articulaciones después de usar estas balas en los nuevos rifles de asalto. Durante un tiempo se vieron forzados a recurrir a las viejas municiones.
La empresa sueca cree que otros gobiernos deberían adoptar estas municiones, usadas por las tropas suecas.
Una investigación demostró que la combinación de balas y rifles nuevos genera un aumento en las emisiones de dióxido de carbono, amoniaco y cianuro de hidrógeno. Las balas fueron rediseñadas en su totalidad y Nammo asegura que los problemas ya han sido superados.
El ejército británico no utiliza esta municiones y el Ministerio de Defensa señala que no tiene planes de hacerlo. Dicen que el material de las municiones debe estar determinado por la necesidad de incapacitar o matar al enemigo dentro de un rango específico.
No hay cifras precisas de cuántas balas se usan en los campos de práctica en Reino Unido, pero el año pasado en Afganistán, las tropas británicas dispararon cerca de cuatro millones.
Los directivos de Nammo están decepcionados por la posición británica. "Es vergonzoso. Sobre todo en un país donde hay tanto desarrollo tecnológico...", dice Oholm.
Oholm cree que la negativa se debe en parte a las presiones generadas por las campañas militares en Irak y Afganistán.
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