Huichi es una representante de la asimetría del poder y de la falta de diálogo hacia la sociedad", Antonio García, representante wixárika
Se llama Huichi. Es la figura de una venada color rosa que junto con un león y una planta de agave son las tres mascotas de los XVI Juegos Panamericanos de Guadalajara.
Pero Huichi es, también, el centro de una nueva polémica en torno al evento: representantes del pueblo indígena Wixárika o huichol reclaman una falta de respeto a sus tradiciones religiosas.
Y es que en su cosmogonía los venados son guías que los llevan ante sus dioses.
Emilio González, gobernador de Jalisco donde se realizarán los Juegos Panamericanos, ha dicho que la mascota representa "a los pueblos originales de nuestro estado, orgullo de todos nosotros".
Antonio García, uno de los representantes de los wixáritari (huicholes) en Guadalajara, piensa lo contrario.
"Huichi es una representante de la asimetría del poder y de la falta de diálogo hacia la sociedad", dice en conversación con BBC Mundo.
Nada qué hacer
La venada Huichi, el león llamado Leo y Gavo, la planta de agave de donde se extrae el tequila, fueron elegidos como mascotas en una encuesta donde participaron unas 15.000 personas.
García asegura que los wixáritari no se oponen a los Juegos Panamericanos, pues lo único que piden es respeto a sus tradiciones.
De hecho, las autoridades de Jalisco han reconocido que no pidieron autorización a las comunidades indígenas para utilizar esa figura sagrada.
Pero nada más, insiste el representante huichol, porque hasta ahora sus quejas no han sido escuchadas. BBC Mundo solicitó al comité organizador una posición sobre la polémica, pero la respuesta fue que no abordarían el tema.
Así, el próximo 14 de octubre la venada Huichi participará en la inauguración de los Juegos Panamericanos.
Antonio García reconoce que nada pueden hacer para impedirlo, aunque eventualmente el uso de la venada ayudaría a visibilizar un problema más serio para los wixáritari: la posible desaparición de uno de sus sitios sagrados.
Minas
En la cultura wixárika hay cinco regiones donde según la tradición llegaron los dioses que crearon a su pueblo.
Cada año los wixáritari peregrinan a estos lugares, que se encuentran en Durango, Jalisco, Nayarit y San Luis Potosí. En 2008 los gobiernos de esos estados firmaron el Pacto de Huauxa Manaca, para proteger los sitios sagrados.
Pero el año pasado el gobierno de San Luis Potosí autorizó a empresa canadiense First Majestic Silver la explotación de una mina en el territorio donde se encuentra el principal centro ceremonial de los huicholes, Wirikuta.
Desde entonces el pueblo wixárika se opone a la explotación minera, por el riesgo de perder al sitio donde según sus tradiciones inició la vida en la tierra.
"La Unesco lo cataloga como uno de los centros sagrados más importantes del mundo", explica García. "El gobierno de San Luis emitió en 1994 un decreto para protegerlo, y a pesar de eso lo concesionó a la minera, sin consultar al pueblo wirárika como está obligado".
La explotación de la mina de plata no ha iniciado. Representantes de la compañía canadiense han dicho que no afectarán el centro ceremonial de los wixáritari.
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