
El hombre, de 57 años, al no aguantar la pérdida de su mujer, la decidió desenterrar en 2004, un año después de su muerte. Sólo encontró huesos, y ahora duerme con ellos, en ocasiones acompañado por uno de sus siete hijos.
Antes dormía en la tumba de su difunta mujer, pero sus hijos lo convencieron de no hacerlo. Después él mismo confeccionó una muñeca de arcilla de tamaño real, con ropa incluida, e introdujo los restos al interior de ésta.
En 2009, las autoridades le instaron a que enterrara los restos de su esposa, cuando se hizo público el caso en la prensa por primera vez, pero no existe ninguna ley que le obligue a hacerlo.
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