Las calles de Kabul raramente tienen nombre o números. ¿Cómo hacen entonces los carteros para entregar una carta?
Para un cartero de Kabul, deambular por un laberinto de calles anónimas es una tarea más que desalentadora. Especialmente si se tiene en cuenta que es una ciudad con más de cuatro millones de habitantes, donde cada año se construyen cientos de nuevas calles.
Apenas hay nombres para designar las vías e incluso menos números para las casas. Y la oficina central de correos todavía debe trabajar en la introducción de un sistema de codificación postal.
El secreto
Los carteros de Kabul deben seguir referencias muy vagas para encontrar a los destinatarios de las cartas.
En una de las oficinas de correo de Kabul vi más de 30 cartas privadas y oficiales. Ninguna tenía una dirección exacta, apenas una serie de vagas indicaciones.
Una de ellas, enviada desde Estados Unidos, simplemente decía: "Hamid Jaan, detrás del palacio Darul-Aman".
Otras cartas tenían instrucciones como "detrás de la mezquita Omar Jan" o "vive cerca de la escuela Alauddin".
"La dirección del destinatario es siempre vaga. Escriben la dirección como si fuera un amigo del mismo", dice Ahmad Omid, quien ha trabajado en la oficina de correos de Afganistán por más de dos años.
"Algunas veces te lleva horas entregar una carta", aseguró.
Ahmad, quien cruza la ciudad en bicicleta, dice que el secreto de encontrar las direcciones es pedir la ayuda de los vecinos.
Acompañé a Ahmad en su tarea de entregar la carta enviada desde EUA a Hamind Jaan.
Nos dirigimos a Darul-Aman, en el sur de Kabul, palacio construido hace 90 años durante el reinado de Amanullah Khan, el exrey de Afganistán. El edificio quedó muy deteriorado durante la guerra civil en 1970.
"Pregunte por el carnicero"
De camino preguntamos por el tal Hamid Jaan a casi todos los que nos encontramos a nuestro paso, desde policías a estudiantes. Uno nos dice seguir recto, otros nos dan la dirección de un Hamid Jaan que conocen, pero no del que nosotros buscamos.
La gente de Afganistán es conocida por el oficio que practican y resulta que Hamid Jaan es carnicero.
Así que, tras dos horas pedaleando con una temperatura de 32º y tras preguntar a una docena de personas, llegamos a la casa de Hamil Jaan. Misión cumplida.
Afganistán pasó a formar parte de la Unión Postal Universal (UPU) en 1928, pero fue a partir de entonces que el país empezó construir su propio sistema de correos.
Por ejemplo, compañías privadas trabajan hoy en día junto con el gobierno entregando cartas y paquetes.
Mohammad Yasin Rahmati, jefe de la oficina de correos de Kabul, dice que estas compañías hacen negocio gracias a las oficinas del gobierno, ya que poca gente pide sus servicios para su correspondencia personal.
"Con el uso de las nuevas tecnologías, como internet, la gente envía correos electrónicos", cuenta.
El servicio postal de Afganistán está llevando a cabo un proyecto para establecer un sistema de direcciones y códigos postales. El plan estaría respaldado por el UPU y forma parte de un intento por modernizar el servicio.
"Llevará un tiempo a la gente acostumbrarse a él", explica Rahmati.
Sin embargo, el uso de un código postal sólo se podrá establecer si las calles tienen nombre y las casas números.
Emprendedores como Abdul Ali Haidari venden a los residentes del distrito Afshar señales para las calles y números para sus casas. Tuvo la idea después de que él mismo sufriera la experiencia de tener que encontrar una dirección.
"Cuando la gente viene a esta área, suele dar vueltas por horas buscando un lugar en concreto. La municipalidad de Kabul no ha puesto señales, así que decidí ponerlas yo mismo en su lugar".
El problema en Kabul es que la ciudad ni siquiera cuenta con un mapa oficial de calles.
Algunas personas han optado por dibujar uno por su cuenta.
Laurence Leusar, jefe de una organización cultural fundada por la embajada de Francia en Kabul, ha compilado un mapa gracias a la información suministrada por residentes locales.
"Es siempre difícil encontrar un lugar en Kabul, tienes que confiar en la información de los vecinos", dice.
"Cuando voy a algún lado que queda a media hora de distancia, me lleva una hora llegar. Eso es media hora para llegar allí y media hora de preguntar a los locales".
"Es divertido, porque así conoces a muchos afganos".
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