
Para logra tal hazaña, Robinson se aprovechó de una vieja ley estatal que permite reclamar la propiedad de una vivienda abandonada si sus dueños no se oponen.
Los dueños originales abandonaron la mansión cuando les fue embargada por el banco, pero poco después la entidad quebró, por lo que la casa permaneció en el abandono durante un año.
Al descubrirla, Robinson decidió hacer uso de la ley, pagando una cuota de 16 dólares a la corte, quien le otorgó el derecho a ocupar la mansión.
Ahora sólo tendrá que esperar tres años para que la corte le entregue el título de propiedad de la vivienda.
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