La capacidad de construcción que tiene el ser humano se ha demostrado a lo largo de su existencia, desde pequeños refugios para protegerse de los distintos tipos de clima, hasta enormes edificaciones que van de lo artístico, a lo más funcional.
Normalmente las construcciones más grandes e impresionantes realizadas por el hombre, son publicadas con gran entusiasmo, pues representan la evolución que se tiene en la materia y marcan la pauta para los retos del futuro.
Sin embargo, existen casos en que por diversos motivos, obras impresionantes y que cualquiera creería son difíciles de ocultar, son realizadas en forma secreta y no son descubiertas hasta que logran culminarse. Algunos ejemplos de esto fueron publicados en el sitio craked.com, y De10.mx te los presenta a continuación.
La punta secreta del edificio Chrysler. En la ciudad de Nueva York, a principios del siglo XX, existió una fuerte competencia y obsesión por el tamaño de las construcciones. Todas las corporaciones buscaban tener el rascacielos más alto, ya que este le daba mayor valor promoción y reconocimiento de su nombre.
Entre toda la competencia se encontraba la batalla entre el edificio Chrysler y el inmueble que se conoce hoy como 40 de Wall Street, el cual fue patrocinado por el Banco de Manhattan Trust. William Van Alen, fue el arquitecto encargado de Chrysler, una construcción de casi 246 metros.
Un mes después de que Van Alen hiciera público su diseño, se enteró de que su ex colaborador, H. Craig Severance, había sido contratado para desarrollar un edificio en 40 Wall Street, con instrucciones específicas para levantar un inmueble más alto que el Chrysler. A raíz de esto ambas partes comenzaron a rediseñar sus obras y como la fecha de inicio de construcción se acercaba, se concluyó que ambos terminarían midiendo aproximadamente 256 metros.
Fue entonces cuando Severance, después de rediseñar su obra hasta lograr ser superior por 26 metros, tuvo la confianza de reclamar públicamente el título del edificio más alto del mundo, pero lo que no sabía es que Van Alen estaba tramando algo en secreto. Una estructura adicional a la torre de poco más de 56 metros.
El 23 de octubre de 1929, cuando el proyecto de Severance llegó a su altura máxima, Van Alen colocó la estructura de acero haciendo que el Chrysler superara la altura del 40 de Wall Street. Sin embargo, la aguja de acero provocó polémica, pues se llegó a considerar un truco vergonzoso, aunque muchos arquitectos elogiaron el edificio en conjunto, sin importar si poseía o no la estructura metálica en la cima.
Las ciudades secretas del proyecto Manhattan. A finales del año 1942, un cuerpo de ingenieros de Estados Unidos, compraron 59 mil hectáreas al noroeste de Knoxvill, Tennessee, extensión suficiente para construir cuatro ciudades del tamaño de Manhattan. Dentro de la propiedad se edificaron tres enormes instalaciones, de las cuales una llegó a ser el edificio más grande del mundo de esa época.
Tiempo después, 75 mil personas comenzaron a trabajar allí, y un grupo de constructores empezaron a erigir una ciudad para alojarlos. A pesar del gran movimiento que implicaban, nadie sabía qué era lo que ocurría, incluso los mismos trabajadores ignoraban el objetivo del proyecto en el que laboraban.
Otro dato intrigante es que a pesar de que la cuidad era lo suficientemente grande, no aparecía en ningún mapa, no fue hasta un día después de que Estados Unidos lanzó la primera bomba atómica, que el mundo supo qué estaba pasando gracias a la prensa.
La ciudad de Tennessee, que terminaría siendo llamada Oak Ridge, no fue la única metrópoli secreta, otra urbe en Los Álamos, Nuevo México, se estaba construyendo para el personal militar, la cual es conocida como Y Site.
El Proyecto Manhattan empleó a más de 130 mil personas, muchos de los cuales vivía en las ciudades secretas sin tener idea de lo que estaban haciendo. Actualmente Los Álamos es todavía hogar de Los Álamos National Laboratory, uno de los mayores empleadores de Nuevo México.
El primer metro de Nueva York. Los problemas de delincuencia que tuvo "La Gran Manzana" hacia la década de 1860, hicieron más evidente la necesidad por tener un sistema de transporte público alternativo. Alfred Ely Beach, editor de la revista Scientific American, se convirtió en uno de los primeros en buscar una solución subterránea, pero su idea en esa época se consideró totalmente disparatada.
Sólo basta conocer el sistema que Beach tuvo en mente, para saber porque fue juzgada así, pues consistía en un solo túnel de 312 metros de largo y ocho metros de diámetro, el cual recorría Broadway, desde Warren Street hasta Murray Street.
Los vagones utilizados para este tipo de metro, eran en forma de tubo, controlados por un ventilador de 48 toneladas que llevaría a 22 pasajeros al mismo tiempo entre los dos destinos, muy parecido a los principios que usan los tubos de succión para transportar documentos en empresas.
Sin embargo, Beach se tuvo que enfrentar a un gran obstáculo, pues el legendario político corrupto William Tweed, tenía un fuerte interés en mantener las compañías de tranvías vigentes, ya que recibía dinero por ello. Por eso Beach, al saber que su proyecto de sistema de transporte subterráneo sería rechazado, solicitó un permiso para instalar tubos neumáticos por debajo de Broadway, con la excusa de que servirían para el servicio postal.
Fue así como el visionario editor de revista, invirtió 350 mil dólares de su propio bolsillo para financiar la construcción de su prototipo de metro, la cual se llevó a cabo principalmente en jornadas nocturnas y totalmente en secreto.
Después de 58 días de construcción, el nuevo medio de transporte fue terminado, ofreciendo gran lujo en su estación, pues contaba con pinturas, cómodos sillones, estatuas y un estanque de peces de colores para entretener a los pasajeros mientras esperaban su abordaje.
Beach confió en que recuperaría el dinero invertido después de abrir el primer metro de Nueva York, gracias al entusiasmo del público y que eso cambiaría la forma de pensar de Tweed o no le generaría gran importancia al político, pero se equivocó, el proyecto murió rápidamente.
Las catacumbas del Dr. Dyar. Un día de septiembre de 1924, a un camión que tenía como destino Washington, DC, se le hundieron sus llantas en el suelo. Posteriormente durante una inspección, unos trabajadores descubrieron la entrada a una serie de túneles, con techos de una altura aproximada de dos metros y muros cubiertos de ladrillo blanco esmaltado, un caro material de construcción en esa época.
Inmediatamente los periódicos empezaron a especular sobre quién había construido aquel laberinto subterráneo, siendo candidatos espías de la Primera Guerra Mundial, soldados o hasta científicos.
El Dr. Harrison G. Dyar, un entomólogo y experto en mosquitos en el Smithsonian Institución, dejó que la especulación siguiera por días antes de declarar que él solo había construido las catacumbas.
Algunos dudaron de que él fuera el constructor, pero una de las pruebas de que decía la verdad fue que los túneles iniciaban en el patio trasero de su antigua casa. Pero eso sólo confirmaba que él había ideado el túnel, más no que fuera el único constructor del mismo, cosa que en realidad parecía una tarea imposible.
Los túneles se extienden a lo largo de cientos de metros y alcanzan profundidades de hasta 32 metros bajo la superficie. Pero lo que llama aún más la atención, es que Dyar mantuvo su construcción en secreto, la cual inició en 1906, moviendo cada pedazo de tierra de la excavación por sí mismo, hasta que la concluyó en 1916, cuando se mudó de casa.
Ante la incógnita de qué fue lo que motivo a Dyar a realizar la obra, él declaró: "Lo hice para hacer ejercicio", dijo. "Cavar túneles después del trabajo es mi hobby. No hay nada realmente misterioso."
Su hábito de excavación también tuvo lugar en su nueva casa, pues Dyar construyó una segunda serie de túneles, en esta ocasión con paredes de concreto, escaleras de piedra y luz eléctrica, donde su profundidad es de poco más de siete metros.
Los templos de Damanhur. A más de 30 metros de profundidad, esculpida directamente en las montañas de los Alpes, en el norte de Italia, con un acceso discreto, a través de una pequeña casa, se encuentra uno de los más grandes secretos.
Oberto Airaudi, quien prefiere ser nombrado como "Falco", cuenta que desde que tenía 10 años experimentó visiones paranormales de templos espectaculares de una de sus vidas pasadas. Y a partir de entonces, la recreación de sus visiones se convirtió en su meta de vida.
Una noche de agosto de 1978, "Falco" y algunos compañeros afines a sus ideas, comenzaron a excavar en la ladera de la montaña. Durante los siguientes 14 años, trabajaron en turnos de cuatro horas, utilizando herramientas manuales y simples, basándose en bocetos sobre sus visiones.
Los rumores sobre que algo sucedía en la casa, empezaron a crecer, hasta que en 1992, la policía se presentó en la puerta de "Falco", quien no los dejó entrar, pero los oficiales amenazaron con utilizar dinamita. Al darse cuenta que no podía evitar la intervención de la policía, "Falco" y sus compañeros llevaron a los oficiales hasta la puerta secreta y dentro de la montaña. Tardaron una hora en dar a los funcionarios un recorrido por todo lo que habían hecho.
Esta enorme construcción secreta, consta de un laberinto a través de la roca, el cual conecta a siete enormes templos con techos de más de 7 metros de alto. Impresionados por lo que estaban viendo, la policía se apoderó de los templos en nombre del gobierno. Se le solicitó a "Falco" continuar con su obra de arte, pero que no realizara ninguna construcción más, ya que no había recibido permiso de planificación para el proyecto.
Más tarde el gobierno italiano reconoció a los templos como La Octava Maravilla del Mundo.
La ciudad secreta de Arras. Durante el período de recuperación de las fuertes pérdidas de la Primera Guerra Mundial en la Batalla del Somme de 1916, los generales británicos necesitaban una estrategia ofensiva, por lo cual dirigieron su atención en la ciudad de Arras, al norte de Francia, donde se practicaba la poco conocida táctica militar llamada Dig Dug.
La razón que convertía a la ciudad tan valiosa, fue su posición geográfica, pues se encontraba cerca del frente de guerra, pero eso no era todo, ya que lo más interesante de Arras era su historia.
Arras era una ciudad vieja y construida sobre una extensa red de bodegas, túneles y alcantarillas, además el campo contaba con grandes cuevas subterráneas, lo que la convertía en una ventaja considerando que la guerra se libró principalmente en las trincheras.
Se ordenó a excavadores que conectaran la red subterránea, y en cuestión de meses crearon enormes laberintos capaces de albergar hasta 25 mil soldados y reposicionarlos justo donde se requería, ya que se movían justo por debajo de los pies de los enemigos.
Pero la construcción fue más allá que un simple conjunto de túneles, pues se convirtió en una ciudad subterránea completamente funcional. Las cavernas se transformaron en enormes dormitorios, cocinas, capillas, centrales eléctricas y un hospital, con la capacidad de atender a 700 heridos.
Fue el 9 de abril de 1917, cuando se realizó un ataque sorpresa a las líneas alemanas desde la ciudad secreta. Tropas británicas salieron de pronto de la tierra logrando avanzar en sólo dos días, lo que el ejército británico no había logrado en años.
La planta 2 de Boeing. Durante la década de los 40, la planta 2 de Boeing fue uno de los más grandes e importantes edificios del mundo. Fue responsable de producir una gran cantidad de aviones de guerra para ser utilizados por los aliados durante la Segunda Guerra Mundial.
El problema de una construcción gigante, cuya función es ganar una guerra mundial, es que el enemigo podía lanzar bombas fácilmente sobre él. Su tamaño alcanzó los mil 766 metros cuadrados y su ubicación en el estado de Washington, lo hacía totalmente vulnerable a un ataque japonés.
En una decisión que provocó molestia entre los altos mandos militares, Boeing se dirigió a John S. Detlie, un diseñador de arte de Hollywood, para que usara su magia e hiciera que el enorme y obvio edificio fuera todo menos esas dos cosas.
Se gastó un aproximado de 15 millones de dólares actuales, en hacer que el edificio más vulnerable de Estados Unidos se convirtiera en una falsa área habitacional de 12 cuadras. Lo que desde el cielo parecía ser una zona normal suburbana, con casas, calles, árboles e incluso algunas colinas, de cerca no era más que un detallado set de película hollywoodense.
Acabando la guerra, el camuflaje fue retirado y el material utilizado para su construcción se repartió entre los empleados de Boeing, quienes lo utilizaron para la edificación de sus casas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario