
Durante la noche del lunes, uno de los maleantes fingió el ataque en un centro comercial de Santiago para llamar la atención de los guardias del complejo y facilitar la operación de sus compañeros, que de inmediato vaciaron un cajero automático.
La coartada, funcionó a la perfección y ninguno de los vigilantes se percató del robo, pues centraron sus esfuerzos en ayudar al supuesto infartado.
La banda de criminales huyó del lugar.
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