Si, es el aniversario del descubrimiento de Neptuno. Pero además este año se cumple algo todavía más curioso y sorprendente. El más lejano y más lento planeta de nuestro sistema solar fue descubierto el 23 de septiembre de 1846. Y desde entonces ha tardado después de 60190 días... para completar por primera vez una órbita desde su descubrimiento. Un "añito".
La historia del descubrimiento de Neptuno es superinteresante. Medio siglo antes de su hallazgo, en 1781, William Herschel había descubierto el planeta Urano, un poco de casualidad. Por primera vez desde tiempos prehistóricos la Humanidad descubría que había en el cielo un nuevo planeta.
Tras el descubrimiento de Urano se desató una manía por descubrir qué más podía existir allá lejos. ¿Había más planetas, acaso? Hacia fines del siglo XVIII se organizó una campaña internacional para explorar meticulosamente la eclíptica (la región del cielo por donde se mueven los planetas), en particular para encontrar un planeta "faltante" entre Marte y Júpiter, que predecía la "ley" de Titius-Bode.
Sin mayor demora, el 1 de enero de 1801 el Padre Piazzi descubrió Ceres, precisamente entre Marte y Júpiter, que fue catalogado como planeta y recibió el nombre de una diosa importante como correspondía a la tradición. Con los subsiguientes descubrimientos de Pallas, Juno y Vesta -también entre Marte y Júpiter- quedó claro que Ceres, a diferencia de los otros planetas, formaba parte de una familia.
El propio Herschel los observó detenidamente y calculó su tamaño, deduciendo correctamente que estaban en el orden de los cientos de kilómetros de diámetro. Recomendó un nuevo nombre para la nueva categoría: asteroides. Hoy se conocen más de medio millón.
Por tanto el sitio vacante entre Marte y Júpiter no estaba ocupado por un planeta sino por un enjambre de planetitas, los asteroides.
Durante las primeras décadas del siglo XIX se acumuló evidencia de que tenía que haber otro planeta, un planeta grande, más allá de Urano. La órbita de éste era irregular, como si la perturbara un planeta desconocido.
La descripción detallada de las órbitas de los planetas estaba resultando muy difícil, pero se hicieron grandes avances teóricos. Hacia 1840 muchos astrónomos estaban convencidos de la existencia de otro planeta. Pero una cosa es convencerse, y otra cosa es calcular dónde tenía que estar.
Es un ejemplo de lo que se llama un problema inverso: dada una consecuencia (la órbita de Urano) encontrar su causa (la posición del planeta desconocido). ¿Se entiende? Una cosa es, sabiendo dónde están unos objetos, predecir cómo se tiene que mover otro (problema directo), y otra muy distinta es, sabiendo cómo se mueve uno, inferir dónde están los que lo hacen moverse así (problema inverso).
La batalla comenzó por ver quien era el primero en descubrir el nuevo planeta... A tal punto que no uno sino dos astrónomos/matemáticos brillantes, Urbain Le Verrier de París y John Couch Adams de Cambridge, calcularon la posición del hipotético planeta. Trabajaron independientemente, ignorando cada uno el trabajo del otro, durante varios años.
Al final, el 23 de septiembre fue hallado y el periódico The Times del 1 de octubre tenía el titular: Encontrado el planeta de Le Verrier. Los ingleses habían perdido la carrera. ¡Busquen satélites, urgente! gritó Herschel. El 10 de octubre, en Cambridge, descubrieron Tritón. Pero no es lo mismo, no.
A posteriori se descubrió que Neptuno había sido ya visto muchas veces, no sólo ese verano en Cambridge, sino años antes también, y ¡hasta por el propio Galileo durante sus observaciones de Júpiter! El telescopio de Galileo no permitía observar el disco del lejano planeta, y Galileo seguramente estaba tan absorbido por sus observaciones del sistema de Júpiter que no se dio cuenta de que una de las "estrellas" se movía.
Por otro lado, también se descubrió que Le Verrier tuvo mucha suerte. Su cálculo (aproximado) sólo funcionaba bien en 1846, ya que la órbita de Neptuno no resultaba correcta. Si hubieran usado la misma predicción al año siguiente no lo habrían encontrado.
La posteridad, sin embargo, acredita con justicia a Le Verrier, Galle y Adams el descubrimiento de Neptuno, primer planeta descubierto con el poder de la matemática. Neptuno no se ve a simple vista, pero con binoculares debería ser fácil de observar.
Ahora, por primera vez, Neptuno vuelve a estar muy cerca de donde se lo descubrió hace 164 años (no exactamente en el mismo lugar del cielo porque la Tierra no está en el mismo lugar). Hay que buscarlo tarde, hacia el Este, en la región entre Acuario y Capricornio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario