Los Ángeles, EUA.- Cuando pensamos en una abeja, enseguida se nos viene a la cabeza un insecto negro y amarillo que se alimenta del polen y el néctar de las flores. Pero la última especie que han descubierto es bastante distinta. No sólo por su color, que en este caso es verde-azulado, sino porque se alimenta de sudor. Aunque a muchos pueda sorprendernos, ninguno de estos dos factores han sorprendido a los científicos. Lo que a ellos les ha resultado curioso es que esta especie se haya encontrado en uno de los mayores parques urbanos del mundo, el Prospect Park de Brooklyn, en Estados Unidos.
El continente americano tiene una gran diversidad de especies de abejas autóctonas. Y muchas de ellas se alimentan de la misma manera, lamiendo el sudor de otros animales. Lo que para unos es una forma de expulsar sustancias que les sobran y regular su temperatura, para ellas es un delicioso manjar. A fin de cuentas, el sudor contiene una gran cantidad de nutrientes.
No obstante, su fuente favorita de alimento somos los seres humanos. Debido a la dieta que ingerimos, nuestro sudor es muy rico en sales minerales y nutrientes. Y comparada con la de otros animales, nuestra transpiración contiene menos toxinas.
Lo curioso es que esta especie haya pasado desapercibida hasta ahora, aunque hay varios motivos: para empezar, son de muy pequeño tamaño, más o menos como una semilla de sésamo. Y, aunque se posan en los brazos y las piernas de las personas para alimentarse, es muy poco habitual que piquen. Es más, su picadura pasa prácticamente desapercibida.
No obstante, la razón principal por la que hasta ahora no se conocía a esta especie es que nadie presta demasiada atención a este tipo de insectos, más allá de los científicos especialistas. Se le presta mucha mayor atención a las abejas europeas, o abejas melíferas, que producen miel y cera que podemos aprovechar y que son tan útiles para polinizar los cultivos.
Lo que resulta interesante es que no existe ninguna planta en todo el continente americano que necesite de la abeja melífera para ser polinizada. Las especies americanas son mucho más capaces de realizar esta tarea, especialmente en cultivos como el maíz y el tomate, con los que comparten lugar de origen. Además, son mucho más resistentes a todos los factores que están afectando a las especies de origen europeo, tanto el calentamiento global como la contaminación del aire y los pesticidas.
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