Orinar, defecar, eyacular e incluso dar a luz son algunas de las funciones que el cuerpo puede cumplir después de que se declare su muerte.
Ahora que los zombies han cobrado nueva vida y está de vuelta en el imaginario pop contemporáneo, es interesante preguntarse qué tan posible es vivir más allá de la muerte. Y sin alcanzar sesudas especulaciones metafísicas, quizá nos baste con saber que hay ciertas funciones corporales que se mantienen incluso después de que se declare la muerte de una persona.
En este Top 10 te presentamos la ruta inercial que puede seguir el cuerpo sin importar que haya llegado al supuesto límite de la vida.
10. Crecimiento de uñas y cabello: por la pérdida de humedad que sobreviene con la muerte, la piel del difunto se repliega, dando la impresión de que las uñas y el cabello crecieron un tanto luego de declarado el deceso.
9. Actividad cerebral: al detenerse el corazón, las células del cerebro comienzan a batallar entre sí en una búsqueda frenética por el poco oxígeno y nutrientes que quedan una vez que la circulación sanguínea se interrumpe; esta lucha encarnizada dura hasta que provoca daño cerebral irreparable. Sin embargo, con las drogas apropiadas administradas en el momento justo la actividad cerebral podría mantenerse intacta durante varios días sin depender de la actividad cardiaca.
8. Renovación de la piel: a diferencia de otros tejidos, la piel es un poco menos sensible a la muerte del resto del cuerpo. Sus células pueden continuar su actividad a pesar de que otros sistemas hayan caído.
7. Orinar: la micción es un acto que aprendemos a regular voluntariamente, programando nuestro cerebro para que ejecute el comando solo cuando así lo decidimos. O casi. Los muertos tienden a orinarse porque justo después de extinguirse la vida los músculos se relajan, y con estos el esfínter que regula la salida de los desechos líquidos.
6. Defecar: aquí la situación es más o menos la misma que en el punto anterior, salvo por una complicación: los gases propios de los procesos digestivos ayudan a salir a los últimos detritos de nuestra vida.
5. Digestión: para completar este cuadro solo resta recordar quizá nuestro cuerpo muera, pero habrá quien lo sobreviva. Hablamos, claro, de las bacterias en su interior que nos ayudan a digerir los alimentos que consumimos. Mientras haya vida (aunque no sea la tuya), hay digestión.
4. Erecciones y eyaculaciones: pues sí, después de morir podría ser posible echar un último polvo y quizá incluso procrear un hijo. El corazón se detiene y con él la bomba que mantenía circulando la sangre, provocando que esta se estanque en las zonas más bajas de nuestro cuerpo. Un muerto de pie o recostado boca abajo llevaría una buena porción de su sangre al pene, provocándole, con un poco de suerte, una buena erección. En cuanto al final feliz, el proceso es un tanto más complicado, pero no imposible: algunos tipos de células musculares se activan por iones de calcio y, después de activadas, las células gastan su energía intentando expulsar dichos iones. Al exhalar el último aliento las membranas celulares se vuelven más permeables al calcio y las células dejan de destinar tanta energía para deshacerse de los iones, así que los músculos se contraen. Este es el proceso que explica el rígor mortis pero también podría provocar una eyaculación.
3. Movimiento muscular: la muerte no es impedimento para que algunos músculos sigan moviéndose, sobre todo porque el sistema nervioso puede mantenerse vivo durante un tiempo, enviando señales a la médula espinal que provocan espasmos y tirones en algunos miembros.
2. Vocalización: todo los gases de los que nos servimos mientras vivimos no desaparecerán apenas muramos. Antes bien, como vimos, se incrementarán por la actividad bacterial en nuestro tracto digestivo. Pero estos gases también buscan salir y una de las vías más accesibles para conseguirlo es por medio de la tráquea. Los quejidos, gruñidos y otros sonidos más bien guturales y primitivos que algunos han escuchado salir de la boca de un muerto se deben a que dichos gases tienen que pasar por un conducto contraído por el rígor mortis.
1. Parir: se han documentado casos en que una mujer embarazada muere y al poco tiempo su cuerpo expulsa al feto, un fenómeno al que se le dio en llamar “nacimiento en ataúd” [coffin birth], una curiosa imagen que reúne ambos extremos de una vida. Parece un cuadro propio de una ficción literaria o cinematográfica de tintes neogóticos o románticos, pero su explicación científica también tiene que ver con la relajación de los músculos y el incremento de los gases internos, combinación que termina por empujar hacia afuera todo lo que haya al interior de un cuerpo, así sea del tamaño de un bebé.
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