El dinero es una ficción colectiva cuyo propósito es facilitar los intercambios comerciales. Todos sabemos que un trozo de papel o una pieza de aleación de metal no vale lo que dice que valer y, aun así, actuamos como si lo hiciera. Pero cuando los usuarios de una moneda pierden la confianza en la moneda en cuestión, ésta puede devaluarse y desencadenar procesos de inflación salvaje.
Eso es lo que sucedió en Brasil durante los años noventa. La moneda nacional, el cruzeiro, perdía valor a tal ritmo que los comercios no tenían tiempo de cambiar los precios de los productos cada día. Los brasileños habían perdido la confianza en la moneda, asediada por una inflación superior al 1.000% anual (imagina ahora que por el batido mañanero de guaraná que pagaste 1 cruzeiro el 1 de enero tuvieras que pagar 10 cruzerios el 31 de diciembre).
A grandes males, grandes remedios. Un grupo de economistas brasileños decidió coger el toro por los cuernos y sugirieron crear una moneda ficticia, a la que, para más sarcasmo, llamarían el real, más concretamente Unidad de Valor Real (URV). El plan era el siguiente, tal y como lo describe su inventor, el economista Edmar Bacha.
“La gente seguiría utilizando la moneda existente, el cruzeiro, pero todos los importes vendrían marcados en URV, la moneda falsa. Los sueldos, los precios y los impuestos aparecerían en URV. De este modo los precios seguirían estables, y lo único que cambiaría es cuántos cruceiros valía un real”.
Se trataba de una treta psicológica, claro: la inflación seguía rampante pero, de cara a la galería, todo estaba bajo control: la docena de huevos siempre costaba 1 real, no importa si la señora tenía que sacar de su monedero 10 cruceiros un día y 12 al día siguiente. La idea era que los brasileños empezaran a pensar en URVs y se fueran olvidando de los cruzeiros.
La moneda imaginaria se introdujo el 1 de julio 1994, vinculada a la cotización del dólar (1$ = 1 URV). Como se ha señalado, no existía físicamente, así que sólo era un nombre: una ficción compartida aún más abstracta que el papel moneda. Aunque la mayoría de los brasileños no entendieron de qué iba el URV lo cierto es que empezaron a confiar en una moneda que, al contrario que el cruzeiro, siempre se mantenía firme.
Cuando logró conquistar la confianza de la población, el gobierno anunció que el URV se convertiría, ahora sí, en la nueva moneda del país con el nombre de “real”.
Desde la adopción de la nueva moneda, la economía brasileña se ha disparado, las exportaciones se han multiplicado y cerca de 20 millones de personas han escapado de la pobreza. “Todo el mundo estaba muy contento”, señala el ingenioso economista.
Hay que señalar que el plan de Bacha y su grupo de economistas (Plano Real, como se denominó ) fue llevado a cabo gracias a la humildad del ministro de economía Fernando Henrique Cardoso, que llamó a Bacha a la universidad reconociendo su absoluto desconocimiento de la economía y se puso en sus manos, dando vía libre a un plan que hubiera resultado aberrante para muchos economistas ortodoxos.
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