Como decía un enfermo con síndrome de Diógenes “yo no guardo basura, yo la reciclo”. La verdad es que reciclar está bien, pero tampoco hay que pasarse, porque hay veces que nos cuesta más el collar que el perro. El frenesí reciclador nos empuja a realizar acciones que le cuestan más al planeta que el ahorro de lo reciclado.
Para aquellos a los que les gusta estar en el límite, o tal vez superarlo, tenemos Chalkeeper, el borrador que recicla polvo de tiza. El sistema es ingenioso, aspira el polvo de gis y, añadiendo un poco de agua, genera un nuevo gis. Como diría Mufasa, es el ciclo de la vida.
Recuerdo a un político defenestrado que volvió a la universidad diciendo que añoraba el contacto con los alumnos, el polvo de gis (y mirar el culo de las alumnas, o alumnos, no estoy seguro) que no dudaría en gastarse un dinero que no es suyo en semejante tontería. Si utilizamos el Chalkeeper no podremos realizar aquellas batallas de gises que finalizaban cuando, agotada la munición, alguien lanzaba el borrador, obligando a la víctima, habitualmente colateral, a abandonar el aula para limpiarse. También es cierto que el profe, por muy mala leche que tenga, no podrá tirarte el borrador, aunque, si lo hace, prepárate para una buena sesión de cirugía reconstructiva.
De todas maneras, en un mundo de pizarras velleda y digitales no le veo mucho futuro, tal vez para dibujantes callejeros.
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