Esta es la sorprendente historia de Violet Jessop, una mujer que en el corto periodo de cinco años sufrió tres accidentes marítimos a bordo de los barcos más grandes e importantes de su época: Olympic, Titanic y Britannic.
Recién iniciado el siglo XX, las grandes empresas navieras competían ferozmente por repartirse el suculento negocio que representaba la travesía que cubría Europa con Norte América. Eran tiempos en los que el flujo migratorio, desde Gran Bretaña y otros puertos del viejo continente hacia Estados Unidos, se había multiplicado por 100, lo que hacía imprescindible contar con una potente flota de barcos capaz de transportar a cuantas más personas mejor.
La naviera White Star Line decidió en 1907 poner en marcha la construcción de tres grandes transatlánticos con el fin de trasladar de un continente al otro cerca de cuatro mil viajeros por trayecto. Ese fue el inicio de la puesta en marcha de los colosos barcos conocidos como Olympic, Titanic y Gigantic (posteriormente bautizado como Britannic), tres barcos que tendrían muchas cosas en común entre sí y una de ellas sería una de las personas pertenecientes a la tripulación.
Dos años separaron la construcción de cada uno, botándose el primero de ellos, Olympic, en octubre de 1910. A bordo de él trabajaban 860 tripulantes, de los que un buen número era personal de servicio, entre el que se encontraba Violet Jessop, una joven camarera nacida en Argentina, pero de ascendencia irlandesa, que había tenido que volver a Europa tras la repentina enfermedad y posterior fallecimiento del padre.
La vida no había sido demasiado amable con la joven, la cual había tenido que ponerse a trabajar a muy temprana edad debido a las penurias económicas a las que la muerte de su progenitor había sumido a toda la familia. El macroproyecto de construir tres grandes barcos había hecho que se creasen numerosos puestos de trabajo en el Reino Unido, y hasta allí viajó para conseguir uno.
Gracias a su belleza y juventud, Violet consiguió un empleo como camarera a bordo del Olympic, un trabajo que solía ser desempeñado por mujeres de mediana edad. En él se encontraba cuando este colisionó, el 20 de septiembre de 1911, con el buque de la Royal Navy, HMS Hawke. No hubo víctimas mortales, pero ambos barcos sufrieron importantes daños. Fue el primer susto de la camarera a bordo de un barco, hecho que le quitaría las ganas de seguir desempeñando sus funciones sobre una embarcación. Pero la maltrecha economía familiar la obligaría a continuar trabajando con el propósito de ganar el jornal con el que ayudar a su familia.
La labor y entrega de la joven, que por aquella época contaba con 24 años de edad, era encomiable, pues trabajaba 17 horas diarias por poco más de 2 libras esterlinas al mes y sin perder ni un momento la sonrisa de su rostro. Su entrega y dedicación hizo que los gerentes de la naviera le propusieran incorporarse al segundo de sus transatlánticos, el Titanic, como parte del servicio que atendería en los camarotes de primera clase. 23 fueron las elegidas para ocupar ese distinguido puesto, entre las que se encontraba ella.
Violet prefería continuar trabajando como camarera a bordo del Olympic, donde llevaba varios meses y conocía a la perfección sus funciones y a todo el personal. Pero, finalmente, aceptó formar parte de la tripulación del Titanic gracias a los consejos que recibió por parte de su familia y amistades, que la animaron a embarcarse en el barco de pasajeros más grande y lujoso del mundo, superando en capacidad al primero de los tres transatlánticos construidos por la White Star Line.
El 10 de abril de 1912 zarpaba del puerto de Southampton el Titanic. A bordo viajaban 3.547 personas, entre pasajeros y tripulación, y una de ellas era Violet, la cual estaba emocionada por realizar tal histórico viaje en el mejor barco construido hasta la fecha. Pero, tras dos días en alta mar, el transatlántico chocaría fatalmente con un iceberg.
El Titanic comenzó a hundirse, aunque, ante tal desgracia, la fortuna acompañó a Violet, pudiendo salvar su vida gracias a ser parte de la tripulación que trabajaba en primera clase, por lo que la destinaron a ocupar uno de los botes salvavidas y así atender a los pasajeros que requiriesen de atención.
Tras el traumático accidente, Violet permaneció un tiempo sin trabajar a bordo de un barco, aunque la compañía naviera le siguió respetando su contrato laboral. Sin embargo, el estallido de la Primera Guerra Mundial hizo que, en 1915, la White Star Line tuviera que poner a disposición del gobierno británico su tercer transatlántico recién estrenado, el Gigantic, que tuvo que ser rebautizado como Britannic tras el desastre del Titanic.
El Britannic se convirtió en un buque hospital y era también utilizado como medio de traslado de las tropas. Violet se incorporó como enfermera a la Cruz Roja y se le destinó a prestar servicios a este barco, debido a su perfecto conocimiento del mismo, ya que era de una construcción y disposición similar a sus antecesores.
Pero una tragedia volvía a estar presente de la vida de Violet. El 21 de noviembre de 1916, el Britannic se encontraba navegando por el Mar Egeo cuando impactó con una mina que explotó y causó grandes daños en su casco. La mayoría de las personas que se encontraban a bordo del barco pudieron salvar sus vidas, a excepción de 29. Entre los supervivientes se encontraba Violet, que saltó al agua desde el bote salvavidas en el que se encontraba, poco antes de que este fuese succionado y destrozado por una de las hélices del transatlántico.
Nuevamente el infortunio de una catástrofe marina se cruzaba en la vida de la joven y, una vez más, la fortuna de salir ilesa marcaba su destino. Pero este nuevo accidente no mermó las ganas y deseos de Violet Jessop de trabajar y desempeñar sus funciones en un barco, por lo que siguió ligada a la White Star Line durante una larga temporada en la que se embarcó de nuevo en el Olympic, el único de los tres grandes barcos que había sobrevivido.
A pesar de cambiar de compañía naviera en dos ocasiones, afortunadamente, no sufrió más accidentes en las siguientes cuatro décadas en las que siguió ligada al mundo marítimo. La Segunda Guerra Mundial le pilló a bordo de otro barco, pero esta vez sin consecuencias nefastas.
Violet se jubiló en 1950 y vivió retirada en una pequeña granja que había adquirido hasta su fallecimiento por una insuficiencia cardiaca en 1971, cuando contaba con 84 años de edad.
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