Kenna Moore abandonó el Hospital Presbyterian Children Hemby de Charlotte, en Carolina del Norte (EEUU), la tarde del martes, en medio de una atmósfera de fiesta.
Según informó el canal ABC News, la pequeña ha pasado los seis primeros meses de su vida en el hospital después de haber nacido el 9 de enero con un peso de sólo 9,6 ounces (272.155 gramos), más pequeña que una lata de refresco.
"Hoy es uno de los días más felices de nuestras vidas. Después de 183 días en cuidados intensivos neonatales, nuestro hermoso bebé Kenna está en casa", dijeron en un comunicado sus padres, Nicki y Sam Moore.
Kenna es el cuarto bebé más pequeño del mundo que sobrevive, de acuerdo con el doctor Edward Bell, de Hospital Universitario Infantil de Iowa, fundador del registro de bebés más pequeños, en el que aún no está incluida.
Nacida con tan sólo 24 semanas de gestación, los médicos no estaban seguros de cuánto tiempo iba a sobrevivir. Bell ha asegurado que la tasa de supervivencia de los bebés a las 24 semanas en la mayoría de los hospitales de Estados Unidos ya supera el 60 por ciento.
Su mamá, Nicki Moore, descubrió que con tan sólo 18 semanas el bebé había dejado de crecer. "Sabíamos que iba a ser pequeña, pero esperábamos que pudiera ser más grande" dijo Moore, de 39 años.
Unas semanas más tarde cuando nació, ocurrió algo inusual y alarmante: el bebé, la placenta y la bolsa de líquido amniótico salieron juntos, dijo el Dr. Rogers Howell, neonatólogo de Kenna. Eso hizo que los médicos tuvieran que ponerle a Kenna los tubos de respiración artificial, una tarea extraordinariamente difícil y delicada en un bebé de tan poco tamaño.
Kenna también necesitaba un tubo de alimentación, porque fue incapaz mamar. Además de eso, desarrolló varias enfermedades y síndromes graves asociados a los bebés prematuros.
Y su cuerpo también tenía que empezar a utilizar los órganos, aún sin madurar. Pero ahora, tras seis meses de duro trabajo, la diminuta Kenna ya está en su casa con sus padres.
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