Un año más el Tour de Francia se ha visto salpicado por un nuevo caso de dopaje. Frank Schleck daba positivo por el diurético xipamide, un producto prohibido ya que su fin es enmascarar sustancias dopantes. Su equipo, el Radioshack, le expulsó inmediatamente de la carrera sin esperar a los resultados del contranálisis que se le practicó al ciclista el cual ha declarado su inocencia apuntando que no ha consumido ninguna sustancia prohibida de forma voluntaria y que si se confirma su positivo pondrá en marcha “una denuncia contra desconocidos por envenenamiento”.
Esta es la explicación que ha dado el luxemburgués para justificar su inocencia. No es la más original y tampoco será la última que aparezca ligada al oscuro mundo del dopaje pero lo que cuenta es su efectividad final, es decir, que las autoridades competentes crean en las razones del culpable. A lo largo de los años se han dado excusas de todo tipo: desde los caramelos de la tía Jacinta a un perro enfermo pasando por ‘crecepelos’, alargadores de pene o las ganas de satisfacer a una madre que ve a su hijo demasiado gordo en la televisión. La imaginación es infinita.
La mayor parte de los casos se dan en el mundo del ciclismo donde surge la figura de Alberto Contador que sigue defendiendo que los 50 picogramos de clembuterol que se detectaron en su sangre provenían de una contaminación alimenticia consecuencia de un solomillo manipulado.
Stefano Garzelli también atribuyó su positivo en diuréticos a un sabotaje alimentario mientras Gilberto Simoni justificó su doble positivo por cocaína en el Giro de 2002 por la anestesia de su dentista y por unos caramelos que le regaló la buena de su tía Jacinta para el dolor de garganta procedentes de Perú; finalmente se comprobó que los dulces contenían coca y su explicación fue válida.
En el mismo año pero en el Tour de Francia, Raimondas Rumsas no dudó a al hora de señalar a su suegra como la causante de que su mujer Edita tuviera en su poder corticoides, testosterona y EPO ya que estas sustancias eran para su madre enferma. Un año después Rumsas dio positivo por EPO. Probablemente tampoco volvió a ser invitado a comer los domingos a casa de sus suegros.
Frank Vandenbroucke tampoco se molestó en elaborar una buena coartada cuando en el maletero de su médico, Bernard Saiz, encontraron EPO, clembuterol y morfina: justificó que su perro estaba muy enfermo y necesitaba esas sustancias para curarse. Quizás, la razón más surrealista la dio Tyler Hamilton.
El ciclista americano dio positivo por trasfusión de sangre en 2005 cuando era el líder del equipo Phonack después de haberse convertido en el gran Héroe del Tour 2003 y ser campeón olímpico en Atenas 2004 en contrarreloj. Hamilton apuntó que la sangre era de su hermano gemelo que murió en el útero de su madre. Después se le relacionó con Eufemiano Fuentes.
Floyd Landis demostró tener un amplio abanico de explicaciones para su positivo en el Tour que iban desde sus excesos con el whisky y la cerveza hasta una pomada que usaba para sus problemas de cadera pasando por “algo desconocido” o su alta producción de testosterona y epitestosterona.
Sin embargo, el que más trabajó la forma de sortear las acusaciones por dopaje fue Michel Pollentier que en el Tour de 1978 utilizó un ‘pene falso’: conectó una pera neumática llena de orina limpia a su pene para no dar positivo.
Besos de cocaína, alargamientos de pene, Fidel Castro…
En el mundo del tenis también ha sufrido la lacra del dopaje. Gasquet dio positivo por cocaína en 2009 porque había besado a una chica en una discoteca de Miami y ella había consumido.
Aunque la razón no parece sostenerse, Gasquet fue absuelto porque se consideró que no había consumido voluntariamente. Por su parte, Mariano Puerta justificó su positivo en etilefrina en la medicina que tomaba su mujer, Effortil. Según contó el tenista, se confundió y bebió del vaso de su esposa ingiriendo dicho medicamente.
La más exagerada fue la excusa de Petr Korda que protagonizó uno de los primeros casos de positivo por nandrolona en el mundo del tenis. Kodra dijo que había tomado demasiada carne de vaca y los análisis le dieron la razón: tendría que haber comido 40 terneras al día a lo largo de 20 años para alcanzar los niveles detectados.
Los atletas tampoco han quedado impunes y sus explicaciones también rozan lo inverosímil. LaShawn Merrit fue campeón del mundo y logró el oro en los 400 metros pero en 2010 dio positivo por la hormona DHEA. No se lo pensó y declaró que era por culpa de una medicina que estaba tomando para alargar su pene.
El velocista Dennis Mitchell dio positivo por nandrolona en 1998 tras una noche de mucho sexo y alcohol con su mujer y la Federación de EUA optó por no sancionarle. Algo parecido ocurrió con el caso de Dieter Baumann. El fondista alemán famoso en los años 90 dio positivo por nandrolona en los Juegos Olímpicos de Sydney porque alguien puso esteroides en su pasta de dientes. Le creyeron.
A Javier Sotomayor, plusmarquista mundial de salto de altura, no le hizo falta pensar en una razón para justificar su positivo en farlopa, Fidel Castro culpó a Estados Unidos de ello.
‘Crecepelo’ y una madre que se preocupa por su hijo
El jugador de críquet australiano Shane Warne se vio ‘obligado’ a complacer los deseos de su madre que le veía gordo en la televisión. Warne decidió tomarse diuréticos y de ahí su positivo. Romario, por su parte, dio positivo en anabolizantes debido a un ‘crecepelo’ mientras David Meca fue sancionado por nandrolona y lo justificó con un plato de casquería brasileña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario