Esta terrorífica estampa tenía su explicación, pero Devin, de la ciudad de Mattoon (Illinois, Estados Unidos), no necesitó escucharla para hacer algo. Enseguida cogió una manta y, usándola para protegerse las manos, la usó para desenredar al hambriento ofidio de su hijo. Acto seguido, llevó al pequeño al hospital para ser tratado de los rasguños y las heridas que la piel y los dientes del reptil le habían causado. Según cuenta la madre, Sara, William estuvo tranquilo durante casi todo el episodio y solo rompió a llorar cuando el médico empezó a limpiarle las heridas.
Una vez el niño quedó atendido, a la historia solo le quedaba un fleco: qué hacer con la serpiente intrusa de vocación infanticida. Ante la falta de alternativas, la llevaron al albergue de animales del condado. Total, no sabían de dónde había salido el animal, ni cómo terminó en el cuarto de su hijo. Así que el albergue metió al atribulado reptil en uno de sus tanques para anfibios y contactó con la policía.
A las pocas horas, el departamento de policía de Mattoon publicaba un comunicado de prensa con el resultado de sus pesquisas: el animal era propiedad de Shelby C. Guyette, una vecina de los Winans de 23 años. Según el jefe de policía, Jason Taylor, la propietaria no tenía un terrario lo suficientemente seguro para una pitón y, en cuanto ésta sintió hambre, se fugó en busca de presas del tamaño de un bebé tal y como le indica su instinto. La policía ha denunciado a Guyette, que tendrá que comparecer ante un juez en los próximos días.
El pequeño William, mientras tanto, se ha recuperado de sus heridas y sigue viviendo como quien no sabe lo cerca que ha estado de la muerte. El sábado pasado, su familia celebró su primer cumpleaños. Según le contó Devin a la cadena de radio ABC, "Si la serpiente se hubiera enrollado alrededor del cuello del niño, en lugar de su pie, no estaríamos celebrando este cumpleaños".
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