Una amplia gama de medidas convencionales ha sido implementada para reducir y controlar los comportamientos antisociales en diferentes partes del mundo: cámaras de circuito cerrado, órdenes judiciales y sentencias más duras, son sólo algunos ejemplos. Pero ¿podrían los dibujos de rostros de bebés y otras técnicas más creativas ayudar a combatir la delincuencia?
Un lugar en Inglaterra nos puede ayudar a responder esa pregunta. Se trata de la calle Greens End, en Woolwich, en el sureste de Londres.
Cuando la noche cae y las tiendas cierran, comienza a develarse un galería de portarretratos de bebés que viven en esa urbanización.
Las obras fueron pintadas por un colectivo de graffiteros, quienes hicieron sus creaciones a partir de fotos enviadas por familias que viven en el área.
Las tiendas de Greens End sufrieron daños dramáticos durante los disturbios y los saqueos que sacudieron Londres en 2011.
Sonrisa
El proyecto ha sido puesto en marcha por una agencia de publicidad.
La tienda de celulares, que le pertenece a Zaffar Awan, fue uno de los establecimientos atacados.
"Teníamos otras puertas metálicas, pero los saqueadores las rompieron y robaron casi todo lo que teníamos en la tienda", indicó el comerciante que se ha unido al experimento.
Awan es feliz con el rostro de Max, el pequeño niño vestido de azul cuya sonrisa adorna su tienda cuando está cerrada.
"Ha estado aquí por unas tres semanas", señaló. "La mayoría de las personas que pasan sonríen cuando lo ven. Me gustaría que pudiéramos tener las puertas de metal abajo, pero al mismo tiempo tener la tienda abierta. Sería lo ideal".
Tara Austin de la agencia de publicidad Ogilvy y Mather, quien se encargó de financiar y de poner en marcha el proyecto, señaló que existe una serie de estudios que datan de los años cuarenta que analizan el efecto de la imagen de un niño en un adulto que no lo conoce.
"La evidencia indica que los rostros de bebés, las mejillas redondas y los ojos grandes, promueven una respuesta de ternura en los seres humanos", dijo Austian.
Audio
Los disturbios en Londres se esparcieron por otras ciudades de Inglaterra.
Las tiendas en varias partes del país resultaron seriamente dañadas por los disturbios.
El experimento, llamado los Bebés del Vecindario, forma parte de varias iniciativas que intentan usar el entorno para moderar el comportamiento social.
Uno de los proyectos que más ha llamado la atención es el dispositivo de seguridad Mosquito Anti Saqueos.
El aparato emite un zumbido insoportable cuyo tono puede llegar a ser escuchado sólo por menores de 25 años.
Inicialmente fue usado para evitar que grupos de adolescentes se concentraran afuera de las tiendas, pero los críticos del dispositivo intentaron que se prohibiera por considerarlo una violación de los derechos humanos.
La música también ha sido usada con fines sociales. El metro de Londres, London Underground, copió un programa exitoso puesto en marcha en el metro de Tyne y Wear en el noreste de Inglaterra. El sistema consiste en hacer sonar música clásica con el objetivo de reducir los indices de criminalidad.
Rosado
Celdas con paredes de tonos rosados tranquilan a los internos, aseguran expertos en Suiza.
Las celdas de la policía en Suiza fueron pintadas de un color descrito como "rosado relajante", que se cree mantiene a los prisioneros calmados.
Aquellas personas que estuvieron en la celdas experimentaron una reducción de la presión sanguínea y de sus niveles de agresividad.
El especialista en colores que introdujo la idea en Europa indicó que no tiene efectos secundarios.
La idea se desarrolló por primera vez en Estados Unidos en la década de los años setenta.
Se reportó que en 1997, tras poner a sonar piezas de Mozart, Beethoven y Bach en el metro, hubo un significativo descenso de algunos tipos de crímenes.
La teoría -que se cree nació en Montreal, Canadá- parte de que los jóvenes que no encuentran la música demasiado "pasada de moda" por lo menos aprenden a respetar su entorno porque la música les da la sensación de estar en un museo o en una iglesia.
En la ciudad de Masnfield, en el este de Inglaterra, se han instalado luces rosadas en áreas en las que los adolescentes se reúnen. Se supone que esa iluminación resalta su acné, lo cual los hace sentirse muy avergonzados. Cardiff, en Gales, también prueba con la misma idea.
"Bien vale la pena intentar estas estrategias", indicó el profesor Mike Hardy, del Instituto de Cohesión Comunitaria de la Universidad de Convetry. "Pero ¿realmente eres partidario de la instalación de luces rosadas para promover la comunidad".
Hardy preferiría medidas de prevención para evitar que desordenes se desaten.
"La participación masiva de las comunidades en las labores de limpieza tras los disturbios de 2011 fue una demostración incluso más poderosa que los mismos disturbios", señaló el docente.
Graffiti
El profesor Carmine Pariante del Instituto de Psiquiatría en el King's College de Londres publicó el estudio: "Los disturbios de Londres: La perspectiva de un psiquiatra".
Esta pared en Kenia es limpiada con frecuencia para dar paso a nuevos mensajes.
"Alejar a los adolescentes de un área con, por ejemplo, el dispositivo mosquito, protege el área, pero no soluciona el problema", indicó el académico. "La dificulta que experimentan los jóvenes es la falta de pertenencia social".
A Hardy le sorprenden los programas desarrollados en otros países en los que se busca evitar que la ausencia de pertenencia social se arraigue. Un ejemplo que cita el investigador es un graffiti en una pared de la capital keniata, Nairobi, en la que se invita a la población a pintar lo que quieran.
El graffiti de Kenia era regularmente limpiado para dejar espacio a otros dibujos.
"No hay un tipo de contenido estipulado. Ellos pueden comunicar su rabia, frustración o felicidad", indicó. "Cuando está lleno, se limpia y el proceso parte de cero una vez más".
Hardy también mencionó un programa en Singapur, en el que los jóvenes son invitados a enviar mensajes de texto a un número en particular cuando sienten que la tensión entre ellos está escalando.
El número es monitoreado por un consejero de seguridad comunitaria, quien está listo para mediar cuando la alerta se dispare.
"Es un sistema de advertencia temprana. Ellos no esperan hasta que la policía emita las imágenes captadas por las cámaras de circuito cerrado cuando un crimen ha ocurrido. Se trata de anticipación más que de reacción".
Pero ¿los rostros de bebés de Greens End funcionarán como un escudo protector? Austin planea estudiar las estadísticas de criminalidad en Woolwich para medir si la idea está surtiendo los efectos deseados.
E, incluso si el efecto no queda demostrado, muchos podrán seguir disfrutando las amistosas caras.
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