En clase, la profe pregunta a los niños:
- ¿Quién de ustedes sabría decirme como se puede meter un agujero en otro agujero?
Carmencita levanta la mano:
- Yo sé cómo se hace.
- ¿Cómo? -pregunta la profa.
Entonces, Carmencita une el pulgar con el índice de las dos manos formando un anillo y luego los apoya alrededor de la boca.
- Ya está, señora profesora, un agujero en otro agujero.
- Muy bien. Y ahora ¿a ver quién sabe como meter tres agujeros en un agujero?
Carmencita levanta la mano.
- Dime, Carmencita.
- Lo mismo de antes, señora profesora, pero esta vez los dedos hay que ponerlos alrededor de la boca y los agujeros de la nariz. Así, señora, tres agujeros en uno.
- Muy bien, Carmencita. Y ahora ¿quién sabría como meter cinco agujeros en un agujero?
Carmencita vuelve a levantar la mano.
- Dime Carmencita.
- Muy fácil, señora profesora. Lo mismo que antes, pero ahora los dedos cubren boca, nariz y ojos. Así, cinco agujeros en uno.
Entonces, Jaimito que se está cansando de que Carmencita se lo sabe todo, anuncia:
- Señora profesora, quiero hacer yo ahora una pregunta: ¿cómo se hace para meter 9 agujeros en un agujero?
Nadie contesta. Hasta Carmencita se queda callada. Entonces, la maestra asegura:
- No lo sabemos, Jaimito, ¿por qué no nos lo explicas?
- ¡Fácil, metemos una flauta por el culo de Carmencita!
POR QUÉ DESPEDÍ A MI SECRETARIA
Hace dos semanas cumplí años. Cuando me levanté esa mañana no me sentía bien, pero tenía la esperanza de que mi esposa me cantaría feliz cumpleaños y trataría de sorprenderme con un regalo, pero ni siquiera me dijo buenos días…
Mis hijos se sentaron a desayunar, pero tampoco me felicitaron…
Llegué muy deprimido a mi oficina pero, al entrar, mi secretaria, radiante, gritó "feliz cumpleaños".
Me sentí un poco mejor, por lo menos alguien se acordaba de mi cumpleaños…
Trabajé normalmente y para mi tristeza ninguno de mis amigos, ni allegados, me llamaron para felicitarme…
Cerca del mediodía, mi secretaria llamó a la puerta y me dijo:
- ¿Por qué no almorzamos juntos?
Le dije que era la propuesta más hermosa y regocijante que había recibido ese día y acepté. Escogimos un restaurante acogedor y nos tomamos unos tragos.
Todo estuvo delicioso y nos divertimos bastante…
Rumbo a la oficina, me dijo:
- En este día tan especial, ¿para qué regresar a la oficina? Mejor vamos a mi apartamento y seguimos pasándolo bien…
- Bueno -respondí-, vamos y disfrutamos de unos tragos más.
Una vez en el apartamento, me dijo:
- Si no te molesta quisiera ponerme más cómoda.
- No hay problema -contesté…
Dentro de mi pensé que, después de todo, podría ser una experiencia interesante.
Ella entro a su habitación y unos minutos más tarde... salió con un gran pastel de cumpleaños, seguida de mi esposa, mis hijos, mis familiares y amigos; todos cantando:
Y allí estaba yo… Como un idiota, desnudo en la sala...
Por esa RAZÓN despedí a mi secretaria.
¡Con los sentimientos no se juega... carajo!
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