Como una muestra más de que cada resquicio del cuerpo es un lienzo en potencia, muchas personas en todo el mundo han decidido plasmar una imagen, o algún texto, en su ano.
Hay modas que resultan incomprensibles para algunos, pero para otros puede ser un motivo de revelación ante una sociedad llena de arquetipos o, simplemente, solo un motivo que los diferencie del resto de su comunidad. Un claro ejemplo de este fenómeno son los tatuajes.
La variedad de diseños está íntimamente ligada con la imaginación, lo que se traduce en un catálogo infinito al que los adeptos a este tipo de manifestaciones corporales tienen acceso.
Los lugares predilectos para plasmar estas creaciones son: las 4 extremidades, la espalda y el pecho, pero desde hace ya varios meses ha crecido una tendencia que seguramente, para algunos tatuadores, no ha de ser agradable. Se trata del ano.
Al surfear por Google puedes hallar una gran cantidad de imágenes que aluden a esta moda. Sin más surgirá la pregunta “¿Para qué o por qué tatuarse el ano?” Eso sólo puede responderlo quien ha llevado a cabo esta práctica. Seguramente no existirá algún uso práctico, pero quizá sí uno fetichista, fantasioso o decorativo. Incluso se pueden encontrar sitios donde los tatuajes y piercings íntimos son la especialidad. En una ocasión, la actriz porno Adrenalynn confesó tener inscrita la frase “Jarrod’s Little Fuck Doll” (“La pequeña muñeca sexual de Jarrod) en su esfínter.
Por su forma, ¿puede ser el ano un lugar donde la creatividad se pueda desarrollar o simplemente es una manifestación producto de circunstancias de quien decide tatuárselo?
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