lunes, 31 de octubre de 2011

10 predicciones de la ciencia ficción que se han hecho realidad

Aterrizando en la Luna
En De la Tierra a la Luna, de Julio Verne, escrito en 1865, asistimos al primer viaje tripulado a nuestro satélite. A bordo de una cápsula de aluminio y disparados desde un gigantesco cañón, los tres tripulantes lograban pisar la Luna y, tras pasar numerosas aventuras, finalmente regresaban a la Tierra, aterrizando en el océano Pacífico, donde son recogidos por un barco de la marina Estadounidense.
Escrita un siglo antes de los Apolo, esta novela representa todo un ejemplo de una historia puramente de ficción pero que intenta aplicar conceptos lógicos y realistas...el resultado es una historia con algunos fallos (el lanzamiento mediante un cañón es imposible, además de que nadie podría sobrevivir a la brutal aceleración) pero también con aciertos (el aterrizaje en el Pacífico, el coste económico o el lugar desde donde despegan) que le convirtieron en todo un adelantado a su época.

Internet
Aunque es un invento moderno (aunque tan acostumbrados a el que parece que haya existido toda la vida), lo que podría considerarse una referencia a una red mundial que interconecta a todos y permite la transmisión de imágenes y sonidos en directo ya se menciona en la novela From the 'London Times' of 1904.
Llamado Telectroscope, este sistema telefónico sin límites de distancia salva la vida del protagonista, condenado a muerte, cuando sus familiares y amigos observan a la supuesta víctima durante una transmisión en directo desde China. Nada mal para algo escrito en 1898.

La Bomba Atómica
Uno de los inventos más funestos de la Historia apareció 30 años antes, en 1914, de que se convirtiera en una triste realidad de la mano de HG Wells The World Set Free.
Hay numerosas referencias a ella, con detalles técnicos asombrosamente parecidos y otros no tanto... así, las bombas de Wells no tenían más potencia explosiva que una convencional, y seguían explotando durante días, pero si se hablaba de los problemas de salud provocados por ellas y como una zona afectada podría no ser habitable durante años.

Radar
La novela Ralph 124C 41+, escrita por Hugo Gernsback en 1911, es todo un ejemplo de ideas adelantadas a su tiempo...en ella se habla de la energía solar, controles remotos de televisión y cintas grabadoras, pero por encima de todo destaca la idea del radar, descrito como una "ola de éter polarizada pulsante" que se reflejaba en objetos metálicos y regresaba al emisión, permitiendo calcular la posición y distancia.
Aunque algunos conceptos son erróneos, como la idea del Éter o que solo se aplicara en objetivos metálicos, la idea general es totalmente correcta, como demostrarían los primeros radares, construidos en 1924.

Periódicos Online
2001: Odisea del Espacio muestra muchos hechos del futuro imaginado por Arthur C. Clarke, algunos más correctos que otras, pero no por ello menos espectaculares por su intento de ser completamente realista y acorde a ideas lógicas y aplicables. Una de ellas era la posibilidad de leer periódicos online, lo que en 1968 era un concepto realmente revolucionario y, para muchos, absurdo.
"En unos cuantos milisegundos podía ver los titulares de los periódicos… El texto se actualiza automáticamente en cada hora; incluso si uno lee sólo las versiones en inglés, uno podría pasar una vida entera no haciendo nada más que absorber el flujo cambiante de la información de los satélites de noticias".

Tanques
Otro objeto militar que tuvo un precedente en la ciencia ficción, nuevamente de la mano de HG Wells... en ella describía los llamados Land Ironclads, unos vehículos blindados dirigidos a control remoto, capaces de transportar hasta 42 soldados y que podían superar trincheras y romper el frente enemigo mientras tropas en bicicleta lo seguían para ocupar el territorio.
Escrita en 1903, se adelantó 13 años a los tanques reales, que hicieron su primera aparición en 1916, en plena Primera Guerra mundial, y que recibieron ese nombre (Tanks) para despistar a los alemanes y que sus espías pensaran que se trataban solamente de eso, tanques de transporte. No transportaban 42 soldados ni estaban controlados a distancia, pero el concepto de vehículo blindado como arma de guerra decisiva era una idea que en ese momento parecía pura fantasía.

Videojuegos de Realidad Virtual
HG Wells describió en The City and the Stars la llamada city of Diaspar, un lugar completamente generado por ordenador, incluido sus habitantes, que vivían cientos de años antes de ser absorbidos por los bancos de memoria para reaparecer muchos años después. Para ellos un videojuego de realidad virtual era la mayor distracción.
"No eras simplemente un observador pasivo... eras un participante activo y poseías - o parecías poseer - libre albedrío. No había la suficiente flexibilidad para permitir una amplia variación. Mientras duró el sueño no había forma en que se pudiera distinguir de la realidad".

Videoconferencia
Nuevamente en la novela de 1911 Ralph 124C 41+ nos encontramos con otro adelanto de su tiempo, el Telephot, una pantalla instalada en una pared que permitía, tocando unas teclas, hablar con otras personas mediante una videoconferencia. Es así como el protagonista conoce a su futura novia de forma fortuita, en un cruce de llamadas.
El primer "picturephone" se presentó en la New York World's Fair, en 1964.

Tarjetas de Crédito
Looking Backwards, de Edward Bellamy, describe en una fecha temprana de 1888 unas tarjetas que permitían a los ciudadanos comprar incluso si no tenían el dinero suficiente en ese mismo momento. Es decir, compras a crédito.
El protagonista cae en un profundo sueño en 1888 y se despierta en el 2000, en lo que la novela describe como una sociedad socialista y donde se usan dichas tarjetas, respaldadas por el crédito del gobierno estadounidense. Cada persona recibe una línea de crédito en su tarjeta y el Gobierno utiliza parte del PIB para pagarlo.
Bellamy incluso describió cómo la tarjeta de crédito podría ser usada en todo mundo, para todos los tipos de moneda.

Traje de Buceo
En 20,000 leguas de viaje submarino, Julio Verne presentó un vestido que permitía moverse libremente bajo el agua durante horas, aunque en esta ocasión se basó en algo ya existente, el sistema de almacenamiento de aire ideado por Benoit Rouquayrol y Auguste Denayrouze para los buzos. El gran mérito de esta idea fue convertir algo grande y fijo en un ingenio portátil, lo que en su momento se veía como imposible.

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