Un hombre en Irlanda del Norte trató de materializar el sueño dorado de la alquimia con sus heces fecales, incendiando de paso su departamento.
El sublime arte de la alquimia busca, en resumidas cuentas, transmutar la materia, ya sea en oro o en espíritu. La naturaleza es alquímica esencialmente: las estrellas en sus núcleos crean elementos pesados (incluyendo el oro) y el cuerpo humano también es naturalmente “alquímico”. En este, una de las formas en que dicha transformación se manifiesta es en la conversión de alimentos en nutrientes y en desechos. No es del todo extraño entonces que un wannabe alquimista norirlandés, Paul Moran, haya intentado convertir sus heces fecales en oro (pensando tal vez que el excremento estaba más cerca, después del destilado digestivo, de la Prima Materia y por lo tanto podría ser más fácil ese tornasol hacia el lapis philosophorum).
Paul Moran tendrá que pasar 3 meses en prisión soñando con fugarse de este mundo material y luego 12 más bajo libertad condicional porque su experimento fallido provocó un incendio en su barrio de Derrin Park. Como parte del experimento Moran calentó sus heces fecales junto con otros productos inflamables. “Fue un experimento interesante para realizar el sueño del alquimista, pero no lo iba a conseguir”, le dijo el juez a Moran, quien fue descrito por la corte como un hombre de gran inteligencia que estaba batallando con las drogas. Tal vez Moran primero debió de haber enfocado su sueño alquímico a su propio cuerpo.
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