miércoles, 14 de marzo de 2012

SORDERA
Dos ancianos se encuentran, uno de ellos, dice al otro:
- Si quieres saber si tu mujer está empezando a quedarse sorda, colócate a 10 metros de ella y hazle una pregunta.  Cuando veas que no te responde, acércate a cinco metros. Después a dos, y luego a un metro. Ya no le quedará más remedio que darse cuenta de su sordera.
El viejito llega a casa se coloca a 10 metros de su señora y pregunta levantando la voz:
- Cariño, ¿qué hay de cena?
No recibe respuesta. Entonces se acerca a cinco metros y le pregunta de nuevo:
- Cariño ¿qué hay de cena?
No recibe respuesta por lo que decide acercarse a dos metros:
- Mi amor ¿qué vamos a cenar?
Nada de nada. Se acerca a un metro de ella y…
- Mi vida ¿qué vamos a cenar?
Y la señora enfurecida:
- ¡Con una chingada! Te he dicho cuatro veces que pollo con papas fritas. ¿Estás sordo o estás pendejo?

JAIMITO
La maestra pregunta a Jaimito:
- ¿Cómo mató David a Goliat?
- Con una moto.
- ¿Cómo con una moto? ¿no será con una honda?
- ¡Ahhhh! ¿pero había que decir la marca?

AMIGAS BORRACHAS
Dos amigas casadas van de vuelta a casa totalmente borrachas cuando sintieron de repente unas ganas irresistibles de orinar. Sin otra alternativa pararon el auto y decidieron hacer pipi en el cementerio.
Paty fue la primera y entonces se acordó que no tenía nada con qué secarse y agarró la tanga, se secó con ella y pues la tiró...
Sandra que tampoco tenía con que secarse pensó “yo no voy a tirar mi tanga, me costó bien cara, es “Victoria Secret”. Entonces agarró una cinta de una corona de flores que estaba encima de una tumba y la colocó dentro de la tanga para no mojarla…
Al día siguiente llama uno de los maridos al otro y le cuenta “mi mujer llegó anoche a casa borracha y sin calzón... terminé con mi matrimonio”.
Y el otro responde “tuviste suerte amigo la mía salió más puta, llego anoche a casa borracha y con una cinta en el culo que decía: “JAMÁS TE OLVIDAREMOS; CON CARIÑO ANTONIO, CARLOS, LUIS, PACO, PEDRO Y TODOS TUS AMIGOS DE LA UNIVERSIDAD”.

EL GALLO
Entra un hombre en un bar azotando las puertas y pregunta en tono grave y fuerte:
- ¿Dónde está el gallo?
Y nadie le responde, y replica de nuevo en tono aún más fuerte:
- ¿Dónde está el gallo?
Y terminando la frase se levanta un hombrón fornido y responde:
- ¡Aquí estoy!
Y el otro temblando de miedo le dice.
- ¡Despiértame a las cinco de la mañana por favor!

ASIENTOS
Iba un camión con todos los asientos ocupados por hombres, y en una esquina se sube una anciana, y nadie le ofrece el asiento, y ella dice:
- ¡Ya no hay caballeros en estos tiempos!
Y le contesta un hombre:
- Señora, sí hay caballeros, lo que no hay son asientos...

PASTILLAS
Estaba don Cruz de la Garza y Garza, rico ganadero, platicando con su compadre, porque a su semental le andaba tronando la reversa.
- Ya no sé qué hacer, Pancho -decía don Cruz-, este animal como que ya anda cansado.
- Uh, compadre, eso 'stá refácil. Hay unas pastillitas que vende el veterinario. Yo se las di a mi semental y como a la hora andaba correteando a toda la manada. Nombre, una maravilla...
Y muy interesado don Cruz le pregunta:
- Y ¿cómo se llaman esas pastillas, compadre?
Y dice el compadre:
- Se llaman... se llaman... pos la verdad no me acuerdo, Cruz, ¡¡pero saben a menta!!

MEDALLAS
Mientras el avión atestado está a punto de despegar, la calma es rota por un pequeño de 5 años que escoge ese momento para hacer una tremenda rabieta. No importa lo que hiciera la frustrada y avergonzada madre para calmarlo, el niño continuaba gritando furiosamente y pateaba los asientos alrededor. De pronto, desde el fondo del avión se levantó un anciano general en uniforme, con el pecho cubierto de condecoraciones, que caminó lentamente por el pasillo, llegó hasta donde estaba el niño e inclinándose suavemente le dijo algo al oído. De inmediato, el niño se tranquilizó, tomó la mano de su madre, y se abrochó su cinturón. Todos los pasajeros empezaron a aplaudir. Mientras el general regresaba lentamente a su asiento, una de las azafatas le dijo:
Disculpe, señor, pero podría decirme qué palabras mágicas usó para callar a ese pequeño.
El viejo sonrió y dijo:
- Simplemente le mostré mis condecoraciones, y le expliqué que todas esas medallas me autorizaban a tirar a un pasajero por la puerta del avión, en el momento que yo quisiera.

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