En álgebra, el signo de ‘X’ se utiliza para representar una cantidad desconocida o variable. Del mismo modo, en inglés, la X también representa lo desconocido, como en los Rayos X, que tanto desconcertaron a su descubridor. Pero ¿de dónde viene exactamente la X? De muy lejos. Pero también de muy cerca.
En el siglo XVI aC. los egipcios ya desarrollaron un álgebra muy elemental que usaron para resolver problemas cotidianos que tenían que ver con la repartición de víveres, de materiales… en una palabra de “cosas”.
Ya para entonces tenían un método para resolver ecuaciones de primer grado que se llamaba el “método de la falsa posición”. No tenían notación simbólica pero utilizaron el jeroglífico “hau” (que quiere decir “montón” o “pila” ) para designar la incógnita.
Sin embargo no fue hasta el siglo IX cuando esta incognita tomó la forma que hoy todos conocemos. Es la epoca del matemático y astrónomo musulmán Al-Jwarizmi, cuyas obras fueron fundamentales para el conocimiento y el desarrollo del álgebra.
Su nombre latinizado dio origen a la palabra “algoritmo” y fue también cuando se acuñó el término “álgebra”, que deriva del título de su obra más importante, que presenta las reglas fundamentales del álgebra, Al-jabr wal muqabala.
El signo de X se remonta a esta época y a la palabra árabe que significa “cosa”, o “šay’ ” (شيء ). En los textos antiguos, tales como el Al-Jabr, manuscrito que escribió en Bagdad en el 820 dC, las variables matemáticas se les llamaba “cosas” (en una ecuación se podía leer “tres cosas igual a 15″, con lo que la cosa tenía cinco años, por ejemplo).
Y ahí es donde entramos los españoles en contexto, pues fuimos los catalizadores de la X tal y como hoy la conocemos. Cuando el texto de Al-Jabr fue traducido al español antiguo, la palabra “šay’ “se latinizó y se escribió como “xei”.
Este término, por efectos prácticos, pronto se abrevió como simplemente….X. Fue así como comenzó el hábito de utilizar letras para representar cantidades en álgebra.
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