El pasado noviembre, Canadá presentó un billete de plástico de 100 dólares (75 euros), convirtiéndose en uno de los cerca de tres docenas de países que han sustituido al menos algunos billetes de papel por billetes impresos en polímero. A partir del lunes, el Banco de Canadá comenzará a circular billetes de 50 dólares hechos del mismo material, y el año que viene se lanzarán denominaciones más pequeñas.
El uso de polímeros es el resultado de un esfuerzo por reducir una de las tasas más altas de falsificación entre las 20 economías más grandes del mundo. En 2004, Canadá encontró 470 billetes falsos por cada millón en circulación. El Banco de Canadá afirma que los nuevos billetes son fáciles de verificar y difíciles de falsificar.
El nuevo billete canadiense de 100 es elegante, difícil de romper y más rígido que el de papel. Pero la diferencia más notable es que cuenta con ventanas de plástico transparentes, entre ellas una con forma de hoja de arce de bordes irregulares con otra pequeña hoja helada de arce en su interior. Al mirar a través de la hoja con una fuente de luz puntual puede verse un holograma con el número "100".
Una segunda ventana de plástico vertical en el lado derecho del billete contiene un retrato metálico de un edificio que cambia de color cuando el billete se mueve. "Todo esto dificulta que los profesionales puedan falsificarlo", indica David Menzies, director de marketing estratégico en Securency International, la empresa australiana que produce el sustrato de polímero utilizado actualmente en todos los billetes de polímero, entre ellos los canadienses. Australia fue el primer país en introducir la moneda de plástico, con un billete conmemorativo de 10 dólares en 1988. Empezó a sustituir su papel moneda en 1992.
El sustrato consiste en capas de polipropileno orientado biaxialmente, un plástico de uso general para el envasado de aperitivos o lechugas. Securency puede suministrar el plástico con una base de colores impresos, así como con algunas características de seguridad. Después, se envían los rollos de material a los distintos países, donde se pueden imprimir características adicionales determinadas por el banco central del país.
Menzies afirma que tanto las complejidades de las ventanas como otras características hacen que sea difícil reproducir billetes de polímero para alguien que solo trabaje con un ordenador y una impresora. Inmediatamente socava lo que él denomina "falsificación casual", mediante la que una persona que necesite efectivo hace una falsificación rápida y descuidada con una impresora láser. Aun así podrían ser copiados por falsificadores más sofisticados pertenecientes a la delincuencia organizada o Gobiernos sin escrúpulos (Corea del Norte ha producido copias casi perfectas de billetes estadounidenses de 100 dólares), pero las características del polímero no se lo ponen fácil.
Todos los países que han introducido los billetes de polímero han visto una disminución de las falsificaciones, asegura Stane Straus, un coleccionista de billetes de polímero en Kranj, Eslovenia, que desempeña labores de consultoría para países y empresas que trabajan con dinero de plástico. "El reto es mantenerse por delante de los falsificadores", explica Strauss. "Con el tiempo se pondrán al día, porque todo puede ser falsificado, pero el billete de polímero ofrece más opciones para hacer cambios en el futuro".
Algunos se muestran escépticos acerca de las ventajas del dinero de plástico, entre ellos Douglas Crane, vicepresidente de Crane & Co., una empresa de propiedad familiar en Massachusetts proveedora exclusiva del papel con el que se imprimen los billetes en EUA Crane no cree que los billetes de polímero sean tan difíciles de falsificar, y afirma que la adopción de billetes de 20 y 50 pesos en México no ha tenido mucho éxito. "Tienen un problema de falsificación muy alto con los billetes de 50 pesos", afirma.
Aun así, incluso aquellos países que se han quedado con el papel están incorporando el plástico. La próxima versión del billete de 100 dólares estadounidense contendrá una tira delgada de cerca de 850.000 microlentes de polímero. Cuando el billete se incline, las lentes revelarán una de las dos imágenes impresas por debajo: la Campana de la Libertad o el número 100. El billete también cuenta con una tinta que cambia de color cuando se ve desde diferentes ángulos. El nuevo billete de 100 iba a salir en febrero de 2011, pero ciertos problemas de producción han retrasado su lanzamiento, según la Reserva Federal de EUA.
La producción de billetes de polímero cuesta alrededor de dos veces más que la de los de papel, pero los de plástico podrían permanecer en circulación por más tiempo. Un estudio solicitado por el Banco de Canadá estima que los nuevos billetes durarían 2,5 veces más que los de papel. Securency afirma que durarían cuatro veces más.
Todo eso podría suponer malas noticias para las impresoras de billetes. "Van a perder tres cuartas partes de su negocio", indica Strauss. De hecho, la imprenta de moneda BA International señaló el cierre de sus operaciones de impresión de billetes en Ottawa y despedirá a 190 trabajadores a finales de este año debido a una bajada de la demanda.
Sin embargo, ni los dólares ni los euros se pasarán al plástico a corto plazo. Las monedas tienden a cambiar lentamente, debido tanto a la influencia de los productores de billetes como a la naturaleza conservadora de los banqueros. Un portavoz de la Oficina de Grabado e Impresión de EUA señala que el Gobierno ha investigado el uso de sustratos de plástico, pero no tiene planes para introducirlo. "EUA y la UE deben tener mucho cuidado con las tecnologías nuevas y no probadas", afirma Strauss. "Creo que serán uno de los últimos en cambiarse al polímero, porque quieren convencerse más allá de cualquier duda de que no supone ningún problema".
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