Buenos Aires, Argentina.- Nicolás tiene apenas dos años y medio, y sufre del síndrome Goldenhar. Es una enfermedad congénita que le impide caminar y hablar. Pero no es todo. El costado izquierdo de la cara lo tiene paralizado mientras que el lado derecho del cuerpo no lo pudo desarrollar. Tampoco sube de peso suficiente porque sufre de hipotiroidismo central.
Logró, sin embargo y pese a todas esas vicisitudes, gatear. También aprendió a señalar lo que necesita o quiere, pero se alimenta desde los cuatro meses a través de un botón gástrico.
En julio tendrá la oportunidad de que su vida marque un nuevo inicio. Será operado en el Hospital Garrahan, donde los médicos le colocarán dos planchas de titanio y ocho tornillos a la altura de la nuca. Durante seis meses tendrá puesto un chaleco que le “fijará” la columna con la esperanza de que aprenda a caminar, publica el diario Clarín en su edición de hoy.
Pero la madre se topa con una dura realidad. Vive en una habitación que alquila con su pareja. Las condiciones son paupérrimas y no ayudarían a la recuperación total de su hijo. Sin dudarlo, frente a este panorama, lanzó un pedido desesperante: vende su pulmón y un riñón a cambio de “un hogar acorde a las necesidades de mi familia”.
Éste es el aviso que subió Patricia a su muro de la red social Facebook.
“Me llamo Patricia Canosa, tengo 27 años y vendo un pulmón y un riñón para poder comprar una casa antes de la operación de columna que deben practicarle a mi bebé Nicolás Leiva, el día 19 de julio de 2012 en el hospital Garrahan, no fumo, ni bebo bebidas alcohólicas ni tampoco consumo drogas, no tengo antecedentes de enfermedades patológicas ni significativas, lo hago voluntariamente, acepto firmar acuerdo de confidencialidad, por favor difúndanlo porque se me termina el tiempo en que puedo conseguir un hogar acorde a las necesidades de mi familia”.
En entrevista con el matutino, la mujer precisó que el post operatorio tiene que darse “en un lugar limpio, con servicios, donde haya una habitación para él. Una casa en condiciones”.
La habitación que alquilan, en Villa Maylín a las afueras de Olavarría, tiene piso de tierra, no dispone de agua potable ni gas. El “baño” es un rectángulo de menos de un metro cuadrado donde sólo cabe un inodoro con descarga manual y un calefón eléctrico. Por esa pieza, donde viven los cuatro, pagan 500 pesos mensuales.
Sus únicos ingresos provienen dela Asignación Universal por Hijo; del “Plan + Vida”- que le da 80 pesos por mes- y de lo que consigue Juan, su pareja, de las changas que hace. “Para nosotros es imposible” alquilar una casa, y menos comprarla, aclara, como si fuera necesario aclararlo.
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