La Habana, Cuba.- A sus 64 años, el campesino Jorge Márquez, oriundo de la oriental provincia de Las Tunas, Cuba, mantiene un insólito récord: su cuerpo ha sufrido el impacto de seis rayos y el hombre todavía vive para contarlo.
El primero le cayó encima cerca de su casa, a las dos de la tarde del 5 de junio de 1982. Según relata, el impacto le provocó quemaduras en la espalda y el pelo, perforó sus dos tímpanos, le inmovilizó la mano derecha y le destruyó los empastes dentales.
"Parecía un hilo 'colorao' del gordo de un cable. Se metió por el tubo de escape del tractor. Sentí enseguida en el cuerpo una frialdad como cuando entras a un lugar con aire acondicionado. Íbamos tres, pero nada más me afectó a mí", recuerda Márquez, quien estuvo hospitalizado 24 horas sin conocimiento.
Estos fenómenos naturales, según científicos, se desplazan a unos 140 mil kilómetros por segundo, con una temperatura de hasta 28 mil grados centígrados y una potencia eléctrica suficiente como para iluminar una ciudad mediana.
Márquez afirma, que a su vivienda, del caserío 'La Julia', próximo al municipio tunero de Puerto Padre, le han caído rayos en 15 ocasiones en los dos últimos años.
Pero las dos acometidas siguientes que sufrió en su cuerpo ocurrieron en junio de 1987 con sólo 20 días de diferencia.
El 2 de junio de aquel año, visitaba a un vecino cuando se desató un tremendo aguacero. Márquez se asomó a la puerta para ver si la lluvia iba para largo, y dice que escuchó un sonido como el que produce un hierro candente al meterlo en agua.
"Me tumbó y de nuevo recuperé el sentido en el hospital de Puerto Padre", añadió.
Casado y padre de tres hijos, este campesino había comenzado a preocuparse y se preguntaba si su cuerpo tendría alguna atracción especial para ese tipo de descargas eléctricas, cuando el 23 de ese mismo mes le cayó el siguiente, estando en el círculo social del pueblo.
"Lo raro es que no había ni una nube por allí. El rayo cayó así no más, sin avisar y quemó también algunos transformadores de la zona", precisó, después de contar que no perdió el sentido, aunque pasó un tiempo con dolor en las articulaciones y dificultades respiratorias.
El cuarto lo sorprendió sembrando maíz, el 8 de julio de 1998. Y el quinto, un año después, cuando caminaba por el patio de su casa.
"Esos dos fueron más débiles o mi cuerpo se iba adaptando, porque casi no me afectaron", declaró Márquez.
El sexto y hasta ahora el último, lo impactó el 13 de junio de 2005 y de acuerdo con su testimonio fue más dramático, pues lo alcanzó dentro de la casa.
"Aquello fue el acabóse. Achicharró el televisor, el mando y toda la cablería de la casa. Fundió los bombillos de 220 voltios. En el patio mató una palma real y una guácima enorme. A mí me dejó abierta una mano y me resintió el tímpano derecho", declaró a un medio local este "pararrayos" humano, sobrenombre ganado a pulso y con el que se ha hecho popular.
"Sí, me llaman 'pararrayos' hasta los extranjeros que vienen por aquí, y yo respondo. Esos seis rayos me han hecho famoso, pero hubiera preferido no serlo por eso. Me hubiera gustado más por ser un gran jonronero en la pelota", concluyó el agricultor, quien asegura que se encomienda a Dios cuando empieza a llover y no quisiera morir antes de que alguien investigue qué tiene él para que le persigan "esos diablos coloraos".
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