Empuriabrava, Italia.- Amrami Eradi, la propietaria del restaurante de Empuriabrava donde una cocinera ha sido detenida presuntamente por tirar veneno en la comida, ha asegurado que la mujer apenas llevaba unos días trabajando en el local y que este sábado la vio como "metía la mano en el bolsillo del delantal y tiraba un producto" en una de las salsas que tenía preparadas.
En declaraciones a Europa Press, la dueña ha señalado que le preguntó qué era lo que había tirado y le contestó que "era un poco de sal" y, minutos después, mientras preparaba unos mejillones al vapor volvió a ver que ponía la mano en el delantal y tiraba otra vez el producto.
Cuando le volvió a preguntar le dijo que esta vez "era tomillo", pero la propietaria no le creyó y avisó a sus familiares y al personal del establecimiento para que no sirvieran más comida a los clientes.
En ese momento, un sobrino de la propietaria vio cómo una caja de dátiles estaba completamente azul y, según la ella, la trabajadora les dijo que "no pasaba nada, que sería por el calor y que si le echaban un poco de miel, se podría comer".
Amrami ha explicado que los trabajadores se asustaron porque observaron que había muchos alimentos "que estaban azules" y decidieron llamar a la Policía Local y a los Mossos d'Esquadra, que arrestaron a la cocinera después de encontrarle los polvos en el bolsillo del delantal.
Tras pasar a disposición judicial el sábado, la mujer quedó en libertad con cargos y el juez dictó una medida cautelar que le impide manipular alimentos en establecimientos públicos, lo que, junto a su comportamiento, motivó su despido inmediato.
Amrami ha explicado que después de los sucedido ha encontrado "matarratas en una bolsa de basura y en una maceta guardada en el almacén". "Suerte que nadie comió nada, excepto mi hermano que comió un dátil y lo vomitó", ha indicado.
Finalmente, ha comentado que la empleada solo llevaba unos días trabajando para la familia y que la contrató porque le dijo que "no tenía trabajo y que tenía que cuidar de su hija pequeña".
La dueña del restaurante ha confesado que ni duerme, ni come desde el pasado sábado y que solo piensa en qué habría pasado con ella y con su familia si la trabajadora hubiera conseguido su objetivo.
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