México, DF.- La Iglesia católica en México aclaró que no todos los santos en la creencia popular son realmente santos, sino solamente los que han pasado por un proceso de beatificación y canonización por el Vaticano, o bien, los santos que son señalados como tales desde los Evangelios.
Por ejemplo, entre los santos con más adeptos en el país como resultado del proceso de canonización se tiene a San Felipe de Jesús, el primer santo mexicano, o a San Juan Diego, llevado a los altares en 2002 por el papa Juan Pablo II en su última visita a México.
Otros santos que gozan de gran veneración en México y que cuentan con tal título desde el evangelio son San Judas Tadeo, hermano de Jesucristo y uno de los 12 apóstoles, o San Juan Bautista, primo de Jesús.
El semanario católico Desde la Fe, editado por la Arquidiócesis de México, que preside el cardenal Norberto Rivera Carrera, se dio a la tarea de enumerar algunos de los que se cree santos, pero que realmente no lo son.
Así, se aclara que no pertenecen al selecto grupo de quienes deben estar en los altares Jesús Malverde, conocido como el “santo de los narcotraficantes”, Juan Soldado, El Niño Fidencio, La Cabora, y mucho menos la Santa Muerte.
“Los falsos santos se deben distinguir de los verdaderos, pues no hay razón para venerarlos y los verdaderos no deben ser mezclados con supersticiones. Sólo es válido admirar a un santo si éste nos inspira a vivir heroicamente el Evangelio de Jesucristo”, definió el sacerdote Modesto Lule.
El presbítero apuntó en la publicación católica que no debemos dejarnos confundir con el gran número de figuras populares que pronto ganan fama de “santidad”, pues una falsa devoción atenta contra los cánones de la doctrina católica.
Entre los falsos santos destaca la denominada Santa Muerte, la cual se identifica como un esqueleto ataviado con vestido, guadaña, brazos y falanges de metal y con figuras de oro y plata, la cual es exhibida en tiendas espiritistas o mercados.
Lule apunta que “esta falsa devoción le permite, favorece y promueve una agrupación no-católica, que incluso promueve el aborto”.
También se ve equivocadamente como santa a La Cabora, Teresa Urrea, nacida el 15 de octubre de 1873 en Ocoroni, Sinaloa, quien decía tener visiones y se ufanaba de predecir el futuro y realizar curaciones. Pronto ganó la fama de predecir el futuro.
Desde la Fe también desmitifica al Niño Fidencio, José Fidencio Síntora Constantino, quien nació en 1898, cerca de la villa de Yuriria, Guanajuato, pero que ganó seguidores como santo por curar personas y animales, primero en Nuevo León y posteriormente obtuvo fama en todo el país.
Sus seguidores creen que antes de morir dejó dicho a sus discípulos que de ultratumba se comunicaría con ellos a través de médium.
Otro caso es el de Juan Soldado, Juan Castillo Morales, militar de Tijuana, Baja California, quien fue acusado del homicidio de una niña, pero la madre de la menor siempre mencionó que él no era el culpable y le llevó flores al lugar donde lo fusilaron. Con el tiempo la gente le comenzó a pedir milagros y su fama creció en la década de los años 40.
Finalmente, Jesús Malverde, cuyo nombre real era Jesús Juárez Mazo, conocido como el “santo de los narcotraficantes”, nació en 1870 en Sinaloa. Su figura, refiere el sacerdote Modesto Lule, se asemeja más a un Robin Hood moderno, a quien más de 85 por ciento de los narcotraficantes pide su intercesión ante Dios.
“Esto lleva a aclarar que la Iglesia católica no proclama irresponsablemente a los santos, sino sólo a aquellos que después de un largo proceso de estudios y oración, considera dignos por su vida de entrega a Dios”, concluye el presbítero.
Santos con fuerte veneración en México
La Iglesia católica emitió una lista de las imágenes que ella sí reconoce:
San Judas Tadeo.
San Juan Bautista.
San Felipe de Jesús (primer santo mexicano).
San Benito Abad (está creciendo su número de adeptos, que lo imploran contra la inseguridad).
San Charbel (santo-mártir del Líbano, de la Iglesia maronita, la cual está en comunión con la Iglesia católica).
San Juan Diego Cuauhtlatoatzin (canonizado por Juan Pablo II en 2002).
San Rafael Guízar y Valencia.
San José María de Yermo y Parrés.
Santa María de Jesús Sacramentado Venegas.
Los 27 mártires de la Guerra Cristera en México (canonizados por Juan Pablo II en el año 2000).
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