"Puse el pasaporte debajo de mi almohada. Adoraba mi pasaporte. Lo guardaba con recelo, lo acariciaba", Jorge Sánchez
Hay una famosa canción de Johnny Cash que dice "he estado en todos los lugares, amigo" y empieza una lista interminable de nombres de localidades. Pues bien, ese tema parece que fue escrito para Jorge Sánchez, un español que le ha dado la vuelta al mundo cuatro veces, visitado 766 diferentes destinos y todos los países registrados en Naciones Unidas.
Aún así, no piensa detenerse. Dice que todavía le quedan muchos sitios por conocer y, a sus 57 años, se está preparando para embarcarse en otra gira global.
Según el sitio internet clic MostTraveledPeople.com, Jorge es el europeo que más ha viajado y, a nivel mundial, ocupa el cuarto puesto de personas que más lugares han visitado.
Nacido en una pequeña aldea en Cataluña, cerca de Barcelona, Jorge Sánchez sintió el impulso de conocer el mundo desde muy niño.
"Cuando tenía cinco años vi un mapamundi y me entusiasmé de ver el mundo tan grande", dijo en entrevista con la BBC. "Decidí que iba a conocer todo el mundo, aunque a esa edad no sabía si lo iba lograr".
Jorge explica que se crió durante el período franquista, cuando había muy poco contacto con gente de otra parte. Nunca había visto africanos o árabes, por ejemplo, ni sabía de sitios ni animales exóticos.
¡Pobres padres!
Propuesto a conocer todos los países, razas y animales del mundo, dejó su hogar a los 13 años sin el permiso de sus padres para viajar al Sahara, que como en ese entonces era una provincia española en África no se necesitaba pasaporte para entrar.
Sin embargo, cuando quiso cruzar a Mauritania, fue detenido en un puesto militar y devuelto a España donde lo esperaban sus disgustados padres.
"Estaban muy enfadados, especialmente mi papá. 'Si quieres viajar espera a que tengas 18 años", me dijo", contó Jorge.
Eso hizo y, cuando sacó su pasaporte se fue de viaje por Europa.
"Me fui a París. Fue mi primer destino, y puse el pasaporte debajo de mi almohada. Adoraba mi pasaporte. Lo guardaba con recelo, lo acariciaba", confesó.
Una vida de aventuras
Así empezó su continuo periplo por todos los rincones del mundo. Para costearse los viajes trabajaba en los lugares que visitaba. Para ahorrar, viajaba en autoestop y se hospedaba en hostales o albergues de la juventud.
Su primera vuelta al mundo le tomó 1.001 días. Con el tiempo, sus viajes se volvieron cada vez más aventurados: visitó zonas de conflicto armado e ingresó a los sitios más aislados y difíciles de penetrar, como Mustang, en el Tíbet, donde era prohibido entrar.
En Afganistán, en la época en la que gobernaba el pro soviético Mohamed Nayibulá, fue arrestado bajo sospecha de ser un espía. "Quería regresar a mi país por la ruta más corta, cruzando por Afganistán, Iran y Turquía. No tenía mucho dinero, pero solo pude llegar hasta Kandahar", recuerda Jorge.
No tenía visa, así que lo llevaron a Kabul donde fue sometido a juicio y estuvo detenido cuatro meses hasta que el gobierno español, que estaba al tanto de lo que le estaba ocurriendo, presentó disculpas a las autoridades afganas y fue liberado para regresar a España.
O los viajes o la esposa
Su pasión por los viajes no solo lo ha puesto en aprietos, también le ha costado tres matrimonios.
"Tengo tres hijas de tres mujeres diferentes. Me casé pero ellas descubrieron que mi primer amor es viajar, así que me dieron la visa para que me fuera y me abandonaron", confiesa.
"Viajar es más importante que el matrimonio. Naturalmente echo de menos a mis hijas, a mi ex esposa, pero mi deseo de conocer el mundo es muy fuerte".
Jorge Sánchez reconoce que ese deseo rasga en lo compulsivo. "Hay una enfermedad que se llama dromomanía -la compulsión de viajar constantemente- y tal vez yo padezca un poco de eso".
Hasta el final
Si tuviera que hacer las cuentas de todo el tiempo que se la ha pasado viajando serían 30 años, más de 50% de su vida.
Pero no piensa parar, pues afirma que todavía hay muchos lugares por visitar.
En su agenda está un viaje a islas remotas en Oceanía como Tokelau, unos atolones de difícil acceso, donde se llega en un barco que sale una vez al mes desde Apia, en Samoa Occidental. De ahí quiere saltar a Niue, las islas Chatham y la isla Lord Howe, considerada una de las más aisladas y bellas del Pacífico Sur.
"Voy a continuar con mis viajes mientras tenga la capacidad física y el dinero para hacerlo. Creo que estaré viajando el resto de mi vida hasta que muera".
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