De acuerdo con un estudio elaborado por científicos estadunidenses, el hallazgo supera a cualquier otro ruido, incluso el de un bebé chillando o arañar con las uñas una superficie sólida, informó la revista electrónica Newser.
“Basicamente una persona disminuye su rendimiento laboral y lo realiza de peor manera cuando escucha un lloriqueo”, dijo uno de los involucrados en las investigaciones.
Los científicos realizaron una prueba de atención entre varios voluntarios y detectaron que cuando eran sometidos a los sonidos de un infante a punto de llorar presentaban mayores distracciones que escuchando cualquier otra resonancia.
“Un claro ejemplo es el de una madre: al escuchar a su hijo gimotear inmediatamente entra en un alto grado de estrés”, comparó el investigador.
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