Sídney, Australia.- Una empresa australiana ha presentado una novedosa propuesta contra las emisiones contaminantes: matar a la población entera de camellos salvajes que existe en el país porque sus flatulencias contribuyen al efecto invernadero.
Cada uno de estos animales emite al año unos 45 kilos de gas metano, que equivale a una tonelada de dióxido de carbono.
Aunque es considerada como una misión imposible, erradicar a toda la población de alrededor de 1.2 millones de dromedarios que campean a sus anchas por Australia sería igual a sacar de circulación hasta 300 mil coches con un recorrido de 20 mil kilómetros anuales.
Por ello, la compañía australiana Northwest Carbon propone matar a los mamíferos desde helicópteros y vehículos todoterreno, y luego procesar su carne para elaborar alimentos para animales de granja o domésticos.
El Gobierno de Camberra está evaluando dicho planteamiento como parte de su proyecto nacional para la reducción de gases contaminantes en el sector agrícola, explica el secretario legislativo sobre Cambio Climático, Mark Dreyfus.
Los camellos salvajes no son sólo uno de los mayores emisores de dióxido de carbono en Australia, sino que además causan destrozos anuales a las cosechas valorados en más de diez millones de dólares (unos 7.5 millones de euros).
Sin embargo, esa cifra «no incluye el costo al medio ambiente». El daño producido es mayor «en períodos secos, cuando se juntan en hordas», señala Jan Ferguson, directora de Ninti One, organismo responsable del Proyecto para el Control de Camellos Salvajes en Australia.
Los dromedarios dañan los sistemas de aire acondicionado y las cañerías en su búsqueda de agua para aplacar la sed, y en algunos casos han contaminado las únicas fuentes de agua para los aborígenes al ahogarse dentro de ellas.
También han arrasado plantas endémicas y lugares patrimoniales, así como molinos, cercos, tanques y otro tipo de infraestructuras, compiten por el alimento con el ganado y habitualmente provocan accidentes mortales en las carreteras.
Los fornidos camellos, cuya población se duplica cada nueve años, tienen un instinto de supervivencia tan desarrollado que pueden beber hasta 200 litros de agua en tres minutos y recorrer setenta kilómetros al día.
Por ello, el proyecto de Ninti One ha presentado la iniciativa CamelScan, que permite a la población comunicar avistamientos en Google Maps y analizar sus movimientos y comportamientos según la estación del año.
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