Tennessee, EUA.- Una revelación divina derivó en la casa del árbol más grande del mundo; o, mejor dicho, en la mansión del árbol más grande del mundo.
Desde 1993, cuando recibió la inspiración suprema, el estadounidense Horace Burgess se ha dado a la tarea de construir el proyecto, que aún no termina.
Burgess, cuya creación está a punto de entrar a los libros de Records Guiness, es un carpintero autodidacta que vive en Crossville, Tennessee, y no cobra un centavo por visitar su mansión arbórea.
La casa, construida sobre diez árboles y con ayuda de los amigos de Burgess, cuenta con una cancha ce basquetbol, un mirador, pasadizos secretos, una capilla -donde cada domingo se celebra una misa-, escaleras en espiral y hasta un penthouse.
Para que la construcción, de más de 30 metros de alto, sea incluida en el libro de las hazañas únicas en su tipo, el propietario debe comprobar la medición de cada centímetro del complejo.
Pese a estar ubicada en una zona con alta incidencia de tornados, la mansión nunca ha sido afectada más que por el vandalismo de algunos visitantes, que han hecho pintas con grafiti y tallones en la madera.
Burgess calcula que ha gastado unos 12 mil 500 dólares en el proyecto.
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