Cuando Latonya Stevens escuchó truenos y relámpagos en la distancia, sabía lo que había que hacer. Cada vez que una tormenta se acerca, sus hijos corren a su habitación, en busca de refugio. Así que Stevens encendió una luz del pasillo para los pequeños, mientras los fuertes vientos comenzaban a sacudir la casa.
Entonces se desmayó. Cuando despertó, la casa estaba destrozada. Sólo uno de sus cuatro hijos estaba a la vista.
Rápidamente asumió que había pasado lo peor: que un tornado se había llevado a los otros tres niños.
"Gritaba por ellos", dijo Stevens el lunes. "Estaba en pánico. Por un momento, no sabía dónde estaban".
Nadie sabe con precisión lo que ocurrió, pero algunas cosas están claras. Los tres niños estaban en sus habitaciones cuando el tornado se acercó de repente.
A medida que los vientos aumentaron, arrasaron con la mayor parte del segundo piso de la casa. Después de que pasó la tormenta, encontraron a los niños afuera, en el suelo, uno de ellos a 30 metros (100 pies) de distancia, en una autopista.
Los tres sólo tenían cortes y contusiones, así como una historia que contar por el resto de sus vidas.
"Es un milagro que hayan sobrevivido", dijo su abuelo, Clarence Gray hijo. "Dios los estaba cuidando".
La mayoría de las posesiones de la familia se perdieron, pero el lunes los niños estaban jugando en la casa de sus abuelos, como si nada hubiera ocurrido.
Ellos mostraron fotos de la familia esparcidas sobre una mesa de centro. "Esta era nuestra casa", dijo Jamal, señalando una imagen.
Los niños - Amber, de tres años de edad; Ayanna, de cuatro; y Jamal, de siete- dijeron que no se acordaban de nada.
"Ellos son como yo. No recuerdan lo que pasó", dijo Stevens. "No lo sé. Tal vez los recuerdos lleguen con el tiempo. Quiero decir, me he sentado y he tratado de averiguar lo que sucedió. No lo sé", dijo en voz baja.
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