Es seguro que las armaduras medievales proporcionaban a sus portadores protección frente a las embestidas de las armas enemigas. Para eso se utilizaban. Pero lo que también es seguro es que una de aquellas armaduras constituía un verdadero hándicap si su portador debía desplazarse a pie. El esfuerzo que tenía que hacer un combatiente provisto de una armadura de acero era enorme, y eso limitaba de manera notable su movilidad y su resistencia.
Un grupo de fisiólogos ha publicado recientemente los resultados de un estudio en el que han investigado la influencia que ejerce la armadura sobre el coste metabólico de la locomoción, así como otros parámetros de la fisiología respiratoria. Utilizaron, como sujetos experimentales, a cuatro "actores" (intérpretes de combate, tal y como se especifica en el artículo) pertenecientes a las Armerías Reales del Reino Unido (Leeds).
Los actores están acostumbrados a vestir armaduras hechas a medida porque lo hacen con regularidad en exhibiciones ante el público. Las armaduras utilizadas son réplicas de armaduras del siglo XV de diferentes procedencias y pesan 35 kg de media, lo que representa un 44% de la masa corporal de los actores.
La conclusión principal del estudio es que el llevar una de esas armaduras aproximadamente multiplica por 2.2 (andando) o 1.9 (corriendo) el coste de la locomoción, expresado dicho coste como energía consumida por unidad de masa corporal y por unidad de distancia recorrida. Así pues, aunque la masa total de los individuos solo se eleva en un 44%, el coste lo hace en un 100% o algo más, por lo que el sobrecoste no es simplemente proporcional al peso de la armadura, sino mayor. Y también es mayor que el coste que hubiera supuesto transportar en una mochila un peso equivalente al de la armadura, andando (70%) o corriendo (50%).
Al parecer, una parte importante de ese sobrecoste es debida al trabajo mecánico asociado con mover las extremidades que cargan con peso adicional. Pero ese no es el único factor, porque si se cargan pies, pantorrillas, muslos, torso, etc., con pesas, hasta igualar el peso de la armadura, no se llega a duplicar el coste del desplazamiento, como ocurría con aquella. Según los investigadores que han realizado el estudio, el margen adicional de coste puede ser debido a lo que cuesta respirar.
Resulta que la armadura ejerce una cierta constricción sobre la caja torácica, y dado que al andar o correr con ella puesta, aumenta la frecuencia ventilatoria (número de inspiraciones y espiraciones por unidad de tiempo), el movimiento muscular respiratorio encuentra una cierta oposición y sería el trabajo muscular que debe hacerse para superar esa oposición el responsable de esa pequeña parte de sobrecoste que no corresponde al efecto de la carga sobre las diferentes partes del cuerpo. Tampoco habría que descartar los costes debidos a la fricción entre las diferentes piezas de la armadura.
A juicio de los autores del trabajo, es muy probable que el gasto energético asociado al uso de la armadura haya resultado un elemento decisivo en el curso que tomaron algunas batallas de finales de la Edad Media. Ellos citan la batalla de Agincourt (1415) como ejemplo.
En esa batalla los combatientes franceses, cargados con pesadas armaduras, avanzaron hacia los ingleses a través de un terreno muy fangoso por haber sido arado poco tiempo antes, haber llovido la noche anterior y haberse producido una carga previa de la caballería francesa. En esa batalla los franceses fueron derrotados por los arqueros ingleses que, al parecer, vestían de forma mucho más ligera.
Ese factor es considerado en las crónicas como uno de los determinantes de la derrota de los galos. En un episodio anterior, tras marchar durante días vestidos con pesadas armaduras, los franceses llegaron exhaustos al combate contra soldados ingleses, y fueron derrotados por estos en la batalla de Cre'cy (1346). Otros elementos pudieron haber intervenido en el desenlace de esas batallas, pero es evidente que el peso e incomodidad del traje de acero que supone una armadura constituye una rémora que puede resultar decisiva en el desenlace de una batalla.
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