"Cuando juega Jeremy, los seguidores taiwaneses sostienen la bandera nacional de Taiwán. Es poco habitual que Taiwán tenga la oportunidad de mostrar su bandera internacional en eventos de tan alto perfil. Esto es muy alentador para el pueblo... Tendrá un impacto positivo en la imagen global de Taiwán", Michael Lee, subsecretario de general de la Asociación de Básquet taiwanesa.
Jeremy Lin comenzó el mes como un desconocido en la NBA, un basquetbolista en la banca de los Knicks de Nueva York que no había jugado ningún partido profesionalmente.
El pasado martes anotó un triple en el último segundo contra los Raptors de Toronto y le dio a su equipo su sexta victoria consecutiva. Para ese momento se había convertido en el jugador de baloncesto del que todos hablaban.
Pero no sólo los estadounidenses están orgullosos de este base. Casi al otro lado del mundo, en Taiwán, de donde son originarios los ancestros de Lin, se ha convertido en un héroe local.
Lin es el primer estadounidense descendiente de taiwaneses que juega en la NBA. No sólo ha logrado meterse en una liga en la que se ven pocos jugadores asiáticos; de la noche a la mañana se ha convertido en una sensación en la cancha.
Fue elegido el jugador más valioso de la semana pasada y es el segundo atletar asiático en alcanzar ese honor en la NBA. El primero fue el chino Yao Ming, que recientemente se retiró.
La locura por Lin capturó la imaginación de millones de fanáticos del baloncesto en los Estados Unidos, China y otras partes de Asia. Ahora Lin goza de cientos de seguidores en las redes sociales.
"Nunca rendirse"
Se estima que tres millones de personas vieron cada uno de sus partidos en Taiwán. Hay una cobertura constante acerca de él en los medios, con los canales de televisión soltando titulares cuando lleva a los Knicks a la victoria.
Los periódicos taiwaneses ponen su foto en las primeras planas e incluyen reportajes de varias páginas.
"Se ha convertido en un nombre familiar en Taiwán. Hasta la gente que no juega al baloncesto habla de él", dice Michael Lee, subsecretario de Asociación de Baloncesto taiwanesa. "Lo tratamos como un orgullo de Taiwán".
Los padres de Lin nacieron en Taiwán. A pesar de que el jugador nació y se crió en Estados Unidos habla mandarín y ha visitado la tierra de sus padres para entrenar a jugadores jóvenes.
Los taiwaneses lo consideran un hijo del país, y hasta sus familiares allí atraen la atención de los medios.
"Estoy tan feliz de que juegue baloncesto tan bien. Es el mejor", le dijo a la prensa Linchu Amien, la madre de Lin.
En el condado de Changhua, hogar del padre, se habla de nombrarlo ciudadano honorario, dijo un vocero del gobierno local a la BBC.
El año pasado, Lin le dio clases a los niños en un campamento de Changhua. El Taipei Times citó a Wu Cheng-liang, una estudiante que recibió las enseñanzas del jugador. La chica recordaba que los estudiantes le preguntaban a Lin cómo un jugador asiático como él podía competir con algunos de los más musculosos jugadores de la NBA.
Lin los instó a "nunca rendirse". "Con práctica tuve la oportunidad de superarlos", dijo Lin según lo cita Wu. "Simplemente no se rindan ante nada y nunca se subestimen a sí mismos".
Sus demostraciones de talento han sido definitorias en los últimos partidos de los Knicks.
En la mañana del miércoles (martes por la noche en Estados Unidos) los bares deportivos y cafeterías de Taipei estaban llenos de gente, a pesar de ser un día laborable, para ver el partido de los Knicks frente a los Raptors, celebrando cada punto anotado por Lin.
Ayudó a los Knicks a conseguir su sexta victoria consecutiva anotando seis puntos cruciales en los últimos segundos del juego.
Ignorado
Lin fue ignorado por los cazatalentos de algunos de los mejores equipos universitarios estadounidenses, antes de llegar a Harvard.
Fue uno de los varios jugadores que tuvieron que ocupar la posición de base escolta, mientras el titular del puesto en New York se recuperaba de una lesión y otro de los mayores anotadores del equipo estaba de baja.
Una impresionante demostración de Lin que contribuyó a la victoria de los Knicks le aseguró más minutos en la cancha. Y después, un lugar en la alineación inicial.
"De él puedo aprender que mientras uno no se de por vencido, el éxito no estará lejos"
Randolph Cheng, estudiante de diseño interior de 18 años.
Así, se convirtió en la inspiración de muchos jóvenes asiáticos, especialmente de aquellos en Taiwán. Aman mirar partidos de la NBA, pero rara vez ven jugar a alguien que se parece a ellos, especialmente como estrella del equipo.
"Tener a alguien con el mismo color de piel que nosotros en la NBA nos hace sentir más cerca del juego", explicó Tsai Ming-juang, un estudiante de 22 años.
"Es como, Oh, tenemos un compatriota jugando. No es simplemente ver a gente que no tiene conexión directa con nosotros", añadió.
"Nos sentimos muy orgullosos y quizás tengamos más y más oportunidades de jugar en la NBA; y ya no seremos excluidos para sólo ser parte de la audiencia, y veremos más y más asiáticos jugando".
Lin impresionó a sus seguidores no sólo por sus habilidades en la cancha, sino también por su determinación para sobreponerse a los obstáculos y a su capacidad para sacar el máximo de cada oportunidad.
Ejemplo
"De él puedo aprender que mientras uno no se de por vencido, el éxito no estará lejos", opinó Randolph Cheng, un estudiante de diseño interior de 18 años.
El éxito de Lin, tanto en sus estudios como en el deporte, ha animado a la sociedad taiwanesa a repensar su creencia tradicional de que los adolescentes deben poner a un lado sus intereses, y hasta su pasión, para que les vaya bien en la escuela y obtengan un empleo bien pagado, según opinó Michael Lee.
Lin también ayudó al pueblo de Taiwán a tener más confianza.
"Su altura es de sólo 191 centímetros. Taiwán tiene muchos jugadores de baloncesto con ese tipo de físico. Entonces, es sólo cuestión de tener confianza en nosotros mismos", explicó Lee.
Lee y otros planean invitar a Lin a jugar por Taiwán, con la intención de fomentar el segundo deporte más popular de la isla, que lucha contra la falta de financiación a través de de la publicidad.
Más allá de su dribbling, visión de juego, habilidad para hacer pases, y para tirar al aro, Lin es una fuente de tremendo orgullo en Taiwán.
Muchos en el país sienten que a la isla no se le ha dado el respeto que merece porque no está oficialmente reconocida como un país por Naciones Unidas. China la considera una provincia suya.
Se espera que teniendo una sensación del deporte como Lin se le de a Taiwán algo de la atención internacional que a menudo anhela.
"Cuando juega Jeremy, los seguidores taiwaneses sostienen la bandera nacional de Taiwán", explica Lee. "Es poco habitual que Taiwán tenga la oportunidad de mostrar su bandera internacional en eventos de tan alto perfil".
"Esto es muy alentador para el pueblo de Taiwán", agrega. "Tendrá un impacto positivo en la imagen global de Taiwán".
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