Los primates pasaron algún tiempo observando a los humanos que limpiaban sus jaulas y luego, a hurtadillas, se pusieron a hacerlo por cuenta propia con trapos y fregonas sustraídos a los trabajadores, según los portavoces del Zoo.
“El primero en agarrar un trapo fue el chimpancé Yasha, que es muy hábil. Tras limpiar el suelo, pasó a lavar las paredes y los cristales del recinto. Le puso tanto esmero que hasta escupió al cristal antes de frotarlo”, según informó el zoo.
La novia de Yasha, Jéssica, siguió su ejemplo, y más tarde se dividieron las tareas del hogar: Mientras Jésica se dedica a barrer y recoger la basura en el segundo piso, Yasha hace lo mismo en el primero.
Tanta pasión doméstica se contagió a sus vecinos, el gibón Betta y varios monos Brazza, que también consideran esas tareas como una especie de juego. Los cubos, trapos y fregonas son para ellos objetos para mosdisquear o lanzarse unos a otros. “A veces les dan un uso normal y ayudan al personal, pero aun así les falta muchísimo para aprender lo que es limpieza ideal”, señala la nota del zoo.
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