Inventores japoneses idearon un curioso dispositivo que es todo oídos al estado de ánimo de las personas...
Se trata de orejas de gato de peluche montadas en una diadema (o cintillo), que están programadas para moverse de maneras que reflejan la situación emocional del usuario.
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El Necomimi -así se llama el juguete- utiliza sensores para medir las ondas cerebrales las personas, de modo que las orejas se ponen un punta o se caen según el humor del portador.
El fabricante del dispositivo, la empresa japonesa Neurowear, espera lanzar el producto al mercado a fines de este año.
Según sus creadores, el Necomimi intenta capitalizar la doble fascinación de los japoneses por los objetos y los animales adorables y por la tecnología experimental.
"Estamos explorando nuevas formas de comunicación y nos pareció muy interesante tratar de usar las ondas cerebrales", explicó Kana Nakano, de Neurowear.
"Debido a que los sensores deben ir colocados en la cabeza, tratamos de crear un dispositivo que inspirara ternura y a la vez llamase la atención".
Los prototipos tienen dos colores, negro o blanco, y poseen un sensor desarrollado por una compañía asociada en Silicon Valley, Estados Unidos.
Los creadores del producto dieron algunos ejemplos de cómo el juguete de peluche lee la actividad cerebral del usuario y genera una expresión acorde. Dijeron, por caso, que las orejas se paran cuando la persona está concentrada y se caen cuando su estado mental es más relajado.
El nombre Necomimi es un juego de palabras que une dos términos en japonés, gato y oreja. Las primeras dos sílabas también son una abreviatura de "neurocomunicación", según Neurowear.
"Los sensores de ondas cerebrales, comúnmente utilizados en equipos médicos, cuestan varios millones de yenes, pero la caída de los costos le han permitido a empresas como la nuestra explorar otras formas interesantes de emplearlos", le dijo a la prensa Tomonori Kagaya, miembro del equipo de desarrolladores.
Neurowear aún no le ha puesto precio al producto, pero al parecer los potenciales compradores en Japón ya pararon las orejas.
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