La Wikipedia describe a John Dee (1527-1609) como un "un notorio matemático, astrónomo, astrólogo, ocultista, navegante, imperialista y consultor de la reina Isabel I". Pero además de todas estas dedicaciones, Dee fue también el James Bond original, el espía al servicio de su Majestad que firmaba sus cartas como 007. O, más exactamente, como un glifo inventado por él que representaba unos anteojos y con las que Dee se identificaba como "los ojos de la Reina" en las cartas que enviaba a Isabel I y remataba con una conocida coletilla: "sólo para sus ojos".
La Reina, por su parte, firmaba las misivas que dirigía a Dee como 'M', igual que el jefe de Bond empezaría a hacer en el siglo XX.
Lógicamente el 007 originario no conducía un deportivo ni bebía dry martini (agitado, no revuelto), pero todo indica que inspiró a Ian Fleming para componer el personaje del intrépido James Bond en 1952, 350 años después de la muerte de John Dee. No parece casualidad que el novelista escocés perteneciera a la hermandad de los Rosacruces, la sociedad secreta fundada por John Dee.
John Dee conoció a la entonces princesa Isabel y a su hermana María, la reina en aquel momento, porque fue llamado a la Corte para calcular el horóscopo de ambas. Una indiscreción estuvo a punto de costarle la vida, por traidor, pero finalmente obtuvo la amistad incondicional de Isabel, que se aupó al trono de los Tudor en 1558, tras la muerte de su hermana.
Dee inició entonces una escalada hacia los puestos de máxima responsabilidad del Reino, convirtiéndose en consejero, asesor…y espía para la Reina. Se cree que sus frecuentes viajes por Europa eran en realidad misiones de espionaje ordenados por Isabel. El siglo XVI estuvo trufado de conspiraciones y tramas políticas en Europa, un entorno que nada tenía que envidiar a la Guerra Fría en la que tuvo que desenvolverse James Bond.
Por si fuera poco, a su labor de espía a John Dee debemos adjudicarle la de adivino: en 1588 anticipó que las tormentas destruirían la Armada Invencible y aconsejó que la flota inglesa permaneciera anclada, a la espera.
Pero no es la única huella que dejó el influyente John Dee en la cultura popular. Lovecraft lo utilizó como personaje en 'El horror de Dunwich' y Umberto Eco en 'El péndulo de Foucault'. Incluso el mismísimo Shakespeare pudo haber modelado el carácter de Próspero en 'La tempestad', siempre según la docta Wikipedia.
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