Una de las criaturas más elusivas de la mítica moderna es el llamado “abominable hombre de las nieves”, el Yeti, al que también se le adjudicó la cualidad de “eslabón perdido” en la cadena de la evolución humana, un estadio singular en que el homínido y el primate confluirían para ubicar la última pieza del mosaico evolutivo, esa que finalmente explicaría la transformación del mono en hombre.
Por otra parte, sabemos también que el Yeti no ha sobrevivido más allá de los relatos considerados pocos serios, que se le ha tenido hasta ahora como un ser más apropiado para el bestiario o la revista sensacionalista que para una respetable publicación científica. Sin embargo, esto puede cambiar muy pronto.
Según un grupo multinacional de científicos, luego de una intensa búsqueda en Kemerovo, Rusia Central, es posible asegurar con un 95% de certeza que el Yeti existe y que habita en los Montes Altai, específicamente en la región montañosa de Shoria. Aseguran estos especialistas que durante su travesía pudieron recoger evidencia suficiente y contundente para probar la existencia de la criatura: “huellas, una posible guarida y varias señales con que los Yetis marcan su territorio”. Aparte, Anatoly Fokin, etnógrafo y asiduo explorador de la región de Kirov, pone a disposición otras pruebas recogidas por él mismo durante sus expediciones, en especial supuestos mechones de cabello de Yeti.
Al menos dos científicos reputados, Loren Coleman, director del Museo Internacional de Criptozoología (Portland, Maine), e Igor Burtsev, director del Centro Internacional de Hominología (con sede en Moscú), parece que quieren avalar el descubrimiento. Para Burtsev el Yeti podría referirse a la posibilidad de que algunos especímenes del Neanderthal hubieran sobrevivido a la extinción en regiones aisladas, entre montañas y espesos bosques, “sin ropa sobre ellos, sin herramientas en sus manos, sin fuego en sus hogares, solamente la vigilancia inclemente del Homo sapiens en torno suyo”. Coleman, por su parte, mucho más entusiasta, confía en que todas esas pruebas sean totalmente distintas a los rumores y falsedades que frecuentemente se han generado para demostrar la existencia de la mítica criatura.
Por el momento solo resta esperar cómo se desarrolla este anuncio, si es cierto que el Yeti existe en alguna remota cordillera rusa o si solo se trata de una estrategia publicitaria ante la inminente reapertura (este 30 de octubre) del museo fundado y encabezado por Coleman.
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