viernes, 4 de noviembre de 2011

Sarkozy ya podría llamarse legalmente "Nicolas Bruni"

A partir de este viernes, el presidente Sarkozy podría llamarse legalmente Nicolás Bruni. Esto, tras una reforma introducida por la judicatura francesa a una ley que impedía que el marido llevara el apellido de la mujer.
La medida fue acogida con enorme beneplácito por las feministas como un paso más hacia la igualdad de los sexos.
La burocracia francesa, tradicionalmente obstinada y conservadora, al decir de sus críticos, sufrió una derrota al reconocer que el marido puede adoptar el apellido de la mujer.
La imposibilidad del marido de llevar a cabo esta transformación en sus propios datos personales era una costumbre ancestral, que se vio remecida fuertemente por la medida legal.

¿Qué hay en un nombre?
Hasta ahora, la legislación francesa le permitía a la recién desposada tres posibilidades: ésta podía mantener su nombre de soltera, adoptar lisa y llanamente el apellido del marido o, si lo estimaba conveniente, utilizar ambos, separados por un guión.
Con el marido, la cosa era diferente. La ley establecía que le estaba vedado llevar el apellido de la esposa, aunque sí ha tenido el derecho de utilizar ambos juntos durante el último cuarto de siglo.
Pero, hasta este momento, cuando se trata de que la mujer realice trámites legales que tengan que ver con documentos oficiales, es inmediatamente identificada con el apellido del marido.
Lo mismo si le corresponde comparecer ante tribunales, ya sea como testigo o acusada.

¿Por qué no, ministro?
Marie-Jo Zimmerman es una parlamentaria por el partido Unión para un Movimiento Popular, cuya labor es reconocida por su interés en los problemas de género en la sociedad contemporánea.
Zimmermann preside el grupo de la Asamblea Nacional Francesa para los derechos de las mujeres. Era obvio que esta asimetría legal entre marido y mujer no se le iba a pasar desapercibida.
La parlamentaria decidió escribirle al gobierno para exigirle una explicación por la diferencia en el trato.
Al parecer, el ministro de Justicia, Michel Mercier, no pudo encontrar una justificación, de modo que le escribió de vuelta a Zimmermann para anunciarle la buena nueva: "A partir de ahora, un hombre casado podrá remplazar su apellido con el de su mujer".
El ministro advirtió que todos los documentos oficiales, como la libreta de familia, que toda unidad familiar francesa posee, con detalles de padres e hijos, serían alterados.
Estos contendrán ahora un espacio para los hombres que quieran utilizar el apellido de la esposa.

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