Hay veces que, paradójicamente, esa grasa extra -o silicona- puede salvarte la vida. Este fue el caso de una mujer atacada con un cuchillo por su propio esposo en Moscú, que se salvó porque el hombre la acuchilló a la altura de sus senos… donde tenía unos implantes extra grande, talla D (o 4, según el lugar). Sus pechos gigantes habían sido regalo de su esposo.
El sitio de noticias Pravda reporta que que “la armadura” de silicona adquirida con el dinero de su enfurecido esposo bloqueó el apuñalamiento, impidiendo que el arma llegara a su tórax.
En febrero del año pasado, según el LA Times, una mujer también con implantes talla D recibió un impacto de bala en el pecho, pero la bala apenas desinfló el implante de silicona y dejó a la mujer solo con una cicatriz.
Y aunque podríamos extraer la moraleja de que si eres una mujer en un ambiente peligroso tus implantes pueden funcionar como chalecos antibalas (o salvavidas) y podrías convertirte en la heroina de una comedia pop decadente (adaptación de las aventuras de Pamela Anderson cazando malechores en una distopía), lo cierto es que los implantes de senos ponen en peligro más vidas de las que salvan, como es el caso de Sheila Hersey, la mujer que se aumentó los pechos para romper el récord del mundo y ahora se debate entre la vida y la muerte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario