La aristocrática pareja se pasea por los amplios jardines de la residencia, que vigilada por muchos guardias. Tomándola de la mano, él le dice a ella:
- ¿Recuerdas, mi amor, cuando éramos novios y hacíamos el amor en medio de arbustos como estos?
- Sí, sí me acuerdo.
- ¿Qué te parece si recordamos nuestra juventud?
Entonces, se esconden entre los arbustos y le comienzan a dar duro y macizo. Uno de los guardias, al escuchar los ruidos, va a investigar y encuentra a la pareja en el momento menos oportuno.
- ¿Qué están haciendo?
Sacudiéndose la ropa, el viejo rico responde al guardia:
- ¡No se preocupe, joven, yo soy el dueño de la casa! Además, ésta es la primera vez que sucede esto.
- Está bien, pero a la vieja sí me la llevo, porque ya es la quinta vez que la encuentro haciendo lo mismo.
CHICHARRONES
En un mercado un tocinero gritaba:
- ¡Chicharrones de guayaba! ¡Chicharrones de guayaba!
Y una señora que pasaba por ahí le preguntó cómo sabían los chicharrones de guayaba, así que decidió comprar y le dice al tocinero:
- ¿Me da un cuarto?
El tocinero le responde:
- Sí, cómo no.
La señora probó un pedazo y se regresó de inmediato a reclamarle al tocinero:
- ¡Esto no sabe a guayaba!
Y le responde el tocinero:
- No sea tonta, Guayaba se llamaba la marrana.
REGLAS
Le dice la recién casada al esposo:
- Mi amor, ya estamos casados, y tú sabes que a mí me gusta manejar todo con reglas, y para hacer el amor tienes que considerar lo siguiente:
- 1. Si cuando llegues estoy bien linda y muy bien peinada, no quiero que ni te acerques a saludarme.
- 2. Si estoy más o menos peinada, a lo mejor, si le mueves un poco y si.
- 3. Si estoy toda despeinada y fodonga, quiero todo contigo.
- Así que ya sabes, ¿estamos de acuerdo?
Y su esposo le contesta:
- Totalmente de acuerdo, y como tú tienes reglas ahora van las mías.
- 1. Si llego a casa y me tomo una cerveza, no quiero nada contigo, si puedes dormir en la pieza de junto, mejor.
- 2. Si me tomo dos cervezas, tal vez y me den ganas.
- 3. Pero si llego y me tomo tres cervezas, a mi no me va a importar ni tu estado de ánimo, ni tu peinado.
GENIO
Un hombre entra en un bar con una boya bajo el brazo y una bolsa de plástico en la mano. Se dirige al camarero y le pide una copa. El camarero curioso le pregunta:
- Oiga, ¿Me permite preguntarle que hace con esa boya?
- Es que paseando por la playa me encontré esta bolsa de plástico, la abrí y ví una botella, la destapé y salió un genio que me concedió un deseo.
- Venga hombre, que ya soy mayorcito para que me tome usted el pelo.
- Que si, hombre, mire se lo demostraré.
El hombre saca la botella, la destapa y aparece un genio muy solemne que le dice al camarero:
- ¡Te concedo un deseo, pide lo que quieras!
El camarero casi sin contener la emoción exclama:
- ¡Quiero que me des un millón de perlas!
- ¡Concedido!
Y al instante el bar aparece lleno de velas encendidas.
El camarero atónito exclama:
- ¿Y para qué coño quiero yo un millón de velas?
A lo que el visitante contesta:
- ¿Y para qué quiero yo una boya de 25 centímetros?
CEROS
Todos los ceros harán una gran fiesta; pero ellos se sienten resentidos con los demás números y se han puesto de acuerdo.
No vamos invitar ni unos, cuatros, tampoco ochos, pues dicen que valemos nada; eso no es cierto, tenemos orgullo. Al fin llegó el día de la fiesta ya están en lo mejor bailando contando chistes riéndose pasándola de lo mejor. De repente viene entrando alguien; pero rápidamente los de seguridad se lo están llevando afuera.
- ¡No queremos ochos! ¡Veeeetee! Esta fiesta es solo para ceros.
El tipo vuelve a entrar muy enojado, se quita el cinturón y grita:
- ¡Soy cero! Qué pasa, ¿O es que está prohibido usar cinturón?
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